Por Jonathan Charrón
Cuando hablamos de ambiente en la actualidad lo hacemos unificando la visión, es decir que consideramos los elementos naturales y antrópicos (humanos) como un todo integrado y complejo. En ciencias ambientales hoy comprendemos que las complejas dinámicas naturales y antrópicas se interrelacionan y se afectan mutuamente. La razón de ser de la vida humana se localiza en las ciudades, por esto la complejidad entre lo natural y lo humano, el ambiente, se posiciona justo en las zonas urbanas donde la vida de los ciudadanos se desarrolla más intensamente.
Las Ciudades y los ciudadanos
Las ciudades hoy son el centro de la vida de las personas humanas (Homo sapiens), con sus diversos estilos de vida, esto es producto de que las zonas urbanas son los centros más poblados por nuestra especie y con el avance temporal cada vez más personas humanas deciden vivir y trabajar en las ciudades. Como los centros de población humana son estas áreas urbanizadas, los problemas y los fenómenos se centran en ellas, así los “ciudadanos” se convierten en protagonistas de las políticas públicas y centrales en los fenómenos de la Geopolítica como disciplina posmoderna.
Los ciudadanos clásicamente se comprenden como aquellas personas que deciden ser parte de un territorio, que viven en ellos y aceptan desde lo legal ser miembros activos de estos espacios. Actualmente ser ciudadano es más amplio, ciudadanos son aquellos sujetos que son agentes políticos, es decir que son parte de las decisiones y las gestiones políticas que proyectan los espacios de vida de nuestra especie y de otras, los territorios pensados como centros espaciales con dinámicas variadas y “movimientos” de poder incluyen a nuevos ciudadanos.
Los nuevos ciudadanos
Los nuevos ciudadanos son los que tradicionalmente llamamos hasta hoy “mascotas”, estas mascotas a través de diversos fallos judiciales en Argentina y en otros países como Estados Unidos, Francia y España se han incorporado a la vida urbana en calidad de “personas no humanas”, inclusive se reconocen jurídicamente y territorialmente como actores domésticos y parte de las familias donde residen y se desarrollan como “agentes políticos”. Para ejemplificar es relevante traer a la memoria casos como los primeros gorilas en ser considerados personas, para así poder ser liberados de los zoológicos en Estados Unidos, la incorporación al Código Civil español de las “mascotas” en calidad de miembros de los núcleos familiares o las luchas judiciales entre “padres y tutores humanos” por la tenencia de sus “mascotas” en Argentina, hechos que han dotado a perros, gatos y otros animales no humanos domésticos con derechos ciudadanos y civiles, equiparando así los derechos humanos a los derechos animales a escala internacional y local.
Las ciudades actuales incluyen nuevos ciudadanos, los clásicos humanos y ahora los animales no humanos en su rol de personas no humanas. Los ambientes urbanos cuentan ahora con ventajas y desventajas, las que se producen por la ampliación del universo poblacional. En las ventaja podemos mencionar el acercamiento a ciudades más inteligentes, smart cities, con una adaptación del transporte público que incorpora a las personas no humanas o animales no humanos, como el caso de Francia, permitiendo a los humanos ser acompañados por sus “mascotas” en la vida diaria de ocio o trabajo, incluso tomemos en consideración que los animales no humanos como agentes políticos en las ciudades cumplen trabajos como acompañantes terapéuticos o de lazarillos, incluso en las fuerzas públicas policiales como agentes, su rol más visible en el paisaje urbano; como desventaja podemos considerar la lenta velocidad en la adaptación de espacios para incluir a los nuevos ciudadanos, lo que desafía a las políticas públicas y territoriales desde la práctica, y las anticuadas reglamentaciones que impiden incluir a personas no humanas a la vida urbana fuera del hogar o fuera de los dominios domiciliares en algunas regiones o países que resisten a adaptarse a un hecho que sucede ya desde la antigüedad egipcia, los animales no humanos son parte de las familias de forma fáctica, hacen uso de viviendas humanas y son partícipes de la vida socioeconómica.
El ambiente y las ciudades
El ambiente y las ciudades como núcleos poblacionales necesitan hoy de medidas eficientes, para ello deben adaptarse a los estilos de vida posmodernos, incluir a nuevos ciudadanos desde las políticas públicas, el territorio y el desarrollo sostenible, lo que permitirá fortalecer la sanidad ambiental y hará más adecuado la convivencia de personas humanas y personas no humanas en su calidad de ciudadanos, fomentando así estilos de vida con calidad y seguridad en los espacios de vida, en los ambientes urbanos.
Autor
Jonathan Clemente Charrón
Investigador Científico de Categoría II, del sistema nacional de investigadores donde I es la mayor cat. y V es la menor cat. Licenciado en Geografía -UNCuyo-. Profesor Titular de Geopolítica, Geografía Económica y Ecología de Zonas Áridas en la Universidad de Congreso. Magíster en Sexología Clínica, Especialista en Epidemiología Ambiental y en Medicina y Humanidades. Especializado en Economía, Ambiente y Diplomado en Políticas Públicas. Docente desde el año 2007.
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