Por Damián Martinez
En el plano internacional, existe una disputa de poder interestatal que ha moldeado gran parte del siglo XX y que, en la actualidad, ha vuelto a cobrar relevancia: aquella en la cual se enfrentan los Estados Unidos y Rusia.
Si bien la confrontación existente en el siglo pasado tenía como polos opuestos a Estados Unidos y a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; Rusia era, por lejos, el Estado más grande e importante de aquel conjunto de países socialistas. Y es, además, el Estado heredero de la misma desde 1991.
Siguiendo lo anterior, para lograr comprender mejor los orígenes y consecuencias de este conflicto indirecto se hace necesario remontarnos algunas décadas atrás hasta los inicios de la Guerra Fría, la cual comenzó en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Un poco de historia: la Guerra Fría
La Guerra Fría fue una confrontación política, económica y militar, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que dividió al mundo en dos bloques: uno capitalista y democrático liderado por la superpotencia americana, y el otro socialista y autoritario encabezado por su contraparte soviética.
Esta puja de poder nunca derivó en un conflicto armado entre ambas superpotencias debido a que, en ese entonces, cobró relevancia la doctrina de la “destrucción mutua asegurada” que hacía referencia a que una potencia nuclear, en caso de atacar a otra, podía recibir una respuesta igual o mayor que generaría la destrucción de ambas. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética poseían armas nucleares por lo que esta doctrina trajo una relativa estabilidad basada en el terror.
No obstante, el conflicto se desarrolló mediante la intervención de sendos Estados en terceras guerras mediante el apoyo a uno o más bandos involucrados en la contienda. Este modus operandi se extendió al resto del mundo. Principalmente, hacia Asia, África y América Latina.
Con la caída de la Unión Soviética en 1991, finaliza la Guerra Fría y la bipolaridad reinante en buena parte del siglo XX. Estados Unidos se consolida como la única superpotencia en el orden internacional y Rusia pasa a un segundo plano, a causa de la crisis experimentada en la década de los 90.
Desde Yeltsin a Putin: Rusia renace de sus cenizas
La década de los 90 fue de mucha inestabilidad para Rusia: crisis económica, debilidad política y conflictos internos que amenazaron la integridad territorial del Estado ruso – con la primera y segunda guerra de Chechenia como los ejemplos más claros -. Todo esto ocurrió bajo la presidencia de Boris Yeltsin, el primer presidente democrático de la Rusia postsoviética.
En ese contexto, Yeltsin no tuvo mucho éxito en contener la insurrección de los chechenos y sus reformas democráticas, y promercado, fueron incompletas. Esto sumió a Rusia en la irrelevancia en el plano internacional, con un gobierno débil e incapaz de hacer frente a los desafíos que esta enfrentaba.
Todo empezó a cambiar cuando Vladimir Putin llegó al poder en 1999. A diferencia de Yeltsin, Putin resultó victorioso en la Segunda Guerra de Chechenia trayendo orden y estabilidad a un país que los necesitaba de forma apremiante. Además, la reactivación económica de la Federación Rusa – gracias a las crecientes exportaciones de gas y petróleo – mejoró la situación interna y convirtió a Rusia en un país estratégico en los asuntos internacionales.
Por último, cabe destacar la decisiva influencia de Rusia en su “extranjero cercano” que no es más que el ex-espacio soviético y su exitosa participación en la Guerra Civil Siria para mantener a Bashar Al-Assad – estrecho aliado de Moscú – en el poder.
Rusia recobraba, finalmente, su estatus de potencia emergente.
Situación actual de la confrontación EEUU-RUSIA
Durante las décadas de los 90 y 2000, los vínculos entre Estados Unidos y Rusia tendieron más a la cooperación que al conflicto.
Cuando la administración Bush desató su “Guerra contra el terrorismo” a principios de los 2000 e invadió Irak y Afganistán, las agencias de inteligencia de Estados Unidos y Rusia – la CIA y el FSB – intercambiaban información y trabajaban en conjunto para evitar atentados terroristas.
No obstante, eso pronto cambió. El Kremlin acusó a la Casa Blanca de buscar cercar a Rusia mediante la anexión de países de Europa del Este a la OTAN, y Estados Unidos empezó a cuestionar los métodos llevados a cabo por la administración de Putin – extorsiones, censura y asesinatos – para lograr sus objetivos.
En ese sentido, la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y la posterior invasión de Ucrania, en 2022, por el mismo país; generaron un clima de hostilidad, y tensión, entre los Estados Unidos y la Federación Rusa que no se veían desde hace tiempo.
Así las cosas, parece difícil, por lo pronto, una relajación de las tensiones entre ambos Estados. Más aún, teniendo en cuenta las sanciones económicas estadounidenses a Rusia y su apoyo militar a Ucrania como, asimismo, el acercamiento cada vez más pronunciado del Kremlin hacia China.
Conclusiones a futuro
Los vínculos entre Estados Unidos y Rusia son importantes para el orden internacional. El primero posee el ejército más poderoso del Mundo, mientras que la última se ubica en el segundo lugar a ese respecto. También, ambos países poseen armamento nuclear. Además, en el plano económico, Estados Unidos es un país altamente industrializado y Rusia un más que importante proveedor de materias primas a escala mundial. Es necesario que ambas partes antepongan la paz, estabilidad y seguridad internacionales a sus ambiciones expansionistas y su lucha por el poder.
La pregunta que resulta de lo anterior es: ¿Estarán dispuestas a hacerlo?