Por María Belén Valdemoros Alba
Nos encontramos frente a poblaciones que encaran distintos escenarios ambientales catastróficos para sí: inundaciones, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, tormentas de granizo, vientos severos, etc. Muchos preopinan que existen casos que pudieron evitarse, por ejemplo, las inundaciones o las sequias, dado que estas son producto del renombrado calentamiento global. Otras no pudieron siquiera preverse, como es el caso de las erupciones volcánicas, donde el asentamiento de la población es riesgoso de por si.
CALENTAMIENTO GLOBAL
Para mayor exactitud tenemos que decir que se entiende por CALENTAMIENTO GLOBAL a las modificaciones que, en el sistema tierra-atmósfera-océano, son el producto de la actividad antropogénica y en estos cambios, no interviene la variabilidad natural (Mora Castro, 2012) (porque existen cambios climáticos propios de la naturaleza).
Dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático sus considerandos no son del todo claros, ellos expresan “(…) Preocupadas porque las actividades humanas han ido aumentando sustancialmente las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, y porque ese aumento intensifica el efecto invernadero natural” (ACNUR, 2009). Sergio Mora Castro argumenta que estas variables preconizadas por IPCC no son las únicas, no son tan sencillas y tampoco se pueden atribuir, exclusivamente, a la intervención humana sobre el clima o la dinámica del efecto de invernadero. Esto ha variado paulatinamente por los cambios sucesivos, la acumulación de emanaciones volcánicas y los aportes astronómicos (Mora Castro, 2012).
Dicho esto, hablar de “cambio climático” merece un estudio pormenorizado de razones y coyunturas, dadas en un medio, no solo enarbolar una bandera ideológica o una creencia personal. La parte natural del efecto de invernadero, del cambio climático, del calentamiento y enfriamiento global y de la variabilidad climática, han acompañado a nuestro planeta y a la vida que en él se ha desarrollado desde sus inicios y, de ello, hay numerosas pruebas confiables y contundentes en el registro estratigráfico y paleontológico mundial (NOAA, s.f.).
Sin embargo y de acuerdo con los registros de la Geología Histórica y de la Prehistoria, no es la primera vez que esto sucede y más bien estos cambios han sido muy frecuentes a lo largo de la evolución del planeta, e incluso recientemente durante los últimos miles de años (CSU Tropical Weather & Climate Research, s.f.).
El CO2 forma parte de los gases invernadero que, dentro de la composición de la atmósfera son los que permiten sostener niveles de temperatura del planeta apta para la vida que conocemos ya que sin su presencia, la temperatura media global sería unos 33 ºC menor que la actual (Compagnucci, CONICET, 2011).
En la actualidad y bajo el impulso de la actividad antropogénica, los síntomas indican un proceso de calentamiento relativo con respecto a las temperaturas registradas durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX (revolución industrial). Sin embargo, debe recordarse que la atmósfera ha pasado por innumerables períodos de calentamiento y enfriamiento, de acuerdo con sus cambios de composición y equilibrio termodinámico (Mora Castro, 2012).
Hemos sido testigos de las innumerables veces que los climatólogos no pudieron determinar con certeza el “pronóstico del tiempo”, justamente porque existen muchas variables dinámicas que se modifican rápidamente, por lo que las proyecciones climatológicas para 50 años o más años sin temor a equivocarse, se pueden catalogar como poco precisas y pueden ser incluso irrealistas. De acuerdo con Lorenz, el padre de la teoría del caos, las reales ecuaciones que rigen el clima carecen de resolución analítica por lo cual jamás podrán modelarse con precisión absoluta (Compagnucci, 2011).
Lo que, si existe, y concordaría cualquier persona, es una mala gestión de los recursos naturales renovables y no renovables por parte del hombre. Lo que en verdad se pone en juego al hablar de “Cambio Climático” es el incremento galopante de la vulnerabilidad humana: Islas donde se habían asentado poblaciones donde su porción de tierra habitable ha disminuido, produciéndose actualmente una “migración climática” en varios puntos de la Tierra, una constante en el ser humano de la antigüedad.
LA MINERÍA EN EL CAMBIO CLIMÁTICO
La minería es catalogada por muchos locales como un mal que acecha a la población generando más contaminación y agravando el “cambio climático”. Y es una real contradicción cada vez más ferviente, la lucha contra el cambio climático con “energías renovables”, dado que éstas dependen indefectiblemente de la minería. La “mega minería contaminante” como es catalogada en Argentina, es la que sustenta la transformación que se pretende introducir para “frenar” el cambio climático y la que sostiene la vida humana en zonas donde los servicios de luz, agua y gas no puede prescindirse.
El cobre, litio (metal más electronegativo de la tabla periódica), coltán, oro, plata, hierro, níquel, zinc, rodio, paladio, berilio, magnesio, molibdeno, vanadio, cobalto, carbonato de calcio, carbonato de sodio, mica, talco, boratos, caolín, wollastonita, cuarzo, feldespatos, etc. son componentes necesarios en los celulares; el aluminio, cobre, cadmio, plata, plomo, molibdeno, silicio, zinc, litio son necesarios para fabricar y poner en marcha paneles fotovoltaicos para producir energía solar; se quieren minerales para la medicina, para el transporte y para la construcción, por más “ecológica” que esta sea (Minería y Tu vida, s.f.).
Tenemos instrumentos internacionales como el Protocolo de Kyoto que estableció mecanismos de mercado flexibles, que se basan en el comercio de permisos de emisión (United Nations Climate Change, s.f.), lo cual no busca disminuir la producción de CO2; o el Acuerdo de Paris que tiene como principal objetivo “Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global” (United Nations Climate Change, s.f.), sin tener en cuenta que la temperatura global también puede aumentar por efectos naturales, por lo que se destinarían recursos a actividades ineficaces.
Pero a su vez, organizaciones como Amnistía Internacional afirman que “Los gobiernos están implementando políticas y regulaciones para reducir las emisiones, aunque las emisiones de gases de efecto invernadero siguen incrementándose” (Val, 2023).
Es por tanto un plan que está fallando, donde solo se fomenta el miedo en la población y el desvío de fondos nacionales en un país como Argentina que no necesita envíos de divisas al exterior en medio de tal crisis económica, sino que sean invertidos en sus nacionales.
Confusiones constantes se suscitan en medios de comunicación y redes sociales cuando se contrastan noticias como “Los gobiernos deben eliminar progresivamente con urgencia los combustibles fósiles y actuar con rapidez para garantizar el derecho al agua en Oriente Medio y el norte de África” donde no se condicen causa y consecuencia (Aministía Internacional, 2023).
¿La eliminación de los combustibles fósiles traería agua a Medio Oriente y el norte de África? Zonas desérticas del globo, zonas que viven de las extracciones petrolíferas y sus comunidades resisten por ello, zonas comandadas por guerras civiles, muchas zonas empobrecidas por la mala toma de decisiones de sus gobernantes. Debemos considerar que el hombre posee minería en su vida cotidiana y lo que se debe controlar es el buen uso de los recursos existentes.
Si la extracción de minerales tiene consecuencias negativas para el ambiente, como la contaminación del recurso hídrico, se debe perseguir el cumplimiento de la normativa y fomentar la observancia de las condiciones de seguridad, tanto para el ambiente como para los trabajadores mineros. Además, debemos ser precisos con la información compartida y comentada, generando la menor confusión posible y siendo responsables con nuestra labor social y comunicacional.