Luego del atentado en La Rambla, Barcelona, la Policía Nacional española pidió que no se hicieran circular imágenes de las víctimas, por respeto a las mismas y a sus familias. Pero hay otras razones por las cuales no se debe difundir material morboso con la crédula expectativa de “hacer justicia”.
Gustavo Sierra, periodista reconocido por sus corresponsalías de guerra en Irak y Afganistán, ha realizado una profunda investigación sobre el submundo del Estado Islámico. En su libro “Los chicos del ISIS” ilustra cómo los videos de actos terroristas son la mejor arma de reclutamiento de este grupo fundamentalista cuya meta principal es sembrar el terror.
El escabroso y viralizado video de la decapitación del reportero estadounidense James Foley sorprende por su calidad cinematográfica digna de Hollywood. Los premeditados encuadres y recortes de cámara intencionales incluso despertaron sospechas de que se tratase de un montaje. Hasta el más mínimo detalle tiene un trasfondo: Foley luce un mameluco naranja, similar al que visten los presos de Guantánamo. Las consecuencias de las imágenes del corte de cabeza fueron inmediatas: luego de esta difusión, y según detalla Sierra, los servicios de inteligencia de Europa y la CIA en las semanas posteriores registraron un gran número de traslados de jóvenes de los suburbios europeos hacia Siria para enlistarse en las filas terroristas. Incluso en Oklahoma y Australia dos personas produjeron decapitaciones queriendo imitar al encapuchado del video.
El aparato propagandístico
Los principales caballitos de batalla mediáticos del Estado Islámico y Al Qaeda, son las revista online Dabiq e Inspire. Algunos objetivos de las publicaciones, de excelente maquetación y calidad fotográfica, son: mostrar la visión del Daesh, reclutar milicianos e incentivar a sus lectores a realizar ataques a la cultura occidental actuando como lobos solitarios. Se editan en diversos idiomas y están destinadas a ciudadanos europeos, americanos y de cualquier punto del hemisferio oeste. Entre sus páginas se encuentran artículos de sarcásticos titulares como “Fabrica una bomba en la cocina de la casa de tu madre”.
Según Daniel Iriarte, de El Confidencial, uno de estos pasquines se mofa de la opinión pública occidental en una sección llamada “El Estado Islámico en palabras del enemigo”, donde se comparten comentarios de expertos en antiterrorismo bajo el concepto de que, lejos de destruirlos, esas opiniones los glorifican.
Gustavo Sierra indagó acerca de la capacidad propagandística del califato islámico. Y se topó con la existencia de una sofisticada infraestructura que abarca desde oficinas al mejor estilo Silicon Valley hasta pisos enteros equipados con computadoras, cámaras, luces de estudio. Y sobre todo esto opera un equipo calificado integrado por cientos de camarógrafos, ingenieros informáticos y directores de cine que trabajan conectados a Internet mediante servidores de Turquía. Incluso se habla de la existencia de una “División de Hacking del ISIS” o coloquialmente llamada “Cibercalifato”, donde se agolpan jóvenes que difunden contenido en redes sociales y realizan ciberterrorismo. Los agentes de propaganda del ISIS, luego de un extenso entrenamiento bélico, reciben una cámara Canon HD y un smartphone para realizar sus coberturas. Se desplazan para trabajar en camionetas Toyota Hilux y reciben salarios de aproximadamente 700 dólares mensuales. Se calcula que a fines de 2014, 90.000 cuentas de Twitter operaban a favor del EI.
Evitar la propagación
La ONU estableció que uno de los pilares para combatir el terrorismo es hacer frente a las condiciones que facilitan su propagación. Por eso es importante que los medios de comunicación y la población en general (ya que con el periodismo ciudadano todos somos informadores) sean cuidadosos en cuanto al material sensible que se publique o comparta.
Ejemplo de esta contienda es la decisión que tomó la dirigencia del festival internacional de fotografía Visa pour l’Image de reducir la participación en el certamen de coberturas de atentados terroristas. Su director, Jean-François Leroy, explicó que este tipo de imágenes son promoción del EI: —Citar el atentado de Barcelona es mi deber, pero mostrar fotos de una carnicería no estoy seguro—, dijo. —Algo falla cuando la gente recuerda más a los terroristas que a las víctimas—.
Si bien es necesario informar, hay que hacerlo tomando recaudos para no caer en la divulgación de piezas propagandísticas y no ser funcionales al terrorismo en el intento de combatirlo.
Bibliografía:
Gustavo Sierra, Los chicos del ISIS. Editorial Planeta. C.A.B.A. 2016.
Daniel Iriarte, El Confidencial. Link: http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-09-13/esta-es-la-revista-oficial-del-estado-islamico-y-es-increiblemente-profesional_191817/
Sitio web de las Naciones Unidas: www.Un.org
Autora
Luz Agüero. Periodista recibida en el Colegio Universitario de Periodismo. Estudiante avanzada de la Licenciatura en Comunicación Social y el último año de Locución Nacional.