Ya sea por razones económicas, políticas, sociales o militares, el ser humano siempre se ha visto obligado a desplazarse. En la historia siempre han existido grandes desplazamientos de masas poblaciones, y el año 2017 no ha sido la excepción. A diferencia de otras décadas, el movimiento de personas durante el período 1995-2017 ha sido motivado por una búsqueda de mejores oportunidades que ha impulsado el desarrollo económico mundial.
En 2015 alrededor de 243 millones de personas vivían fuera de su país de origen, lo que representa un 3.3% de la población mundial. Ello significa un 2.7% más que en 1995, por lo que entre 1995 y 2015, la proporción de inmigrantes en países desarrollados en el mundo aumentó en 13 puntos porcentuales.
Las personas migran no solo por ingresos más altos, sino por la búsqueda de un mayor grado de bienestar. A pesar del progreso de muchas economías en desarrollo, la brecha del ingreso con respecto a los países desarrollados ha aumentado, y siguen siendo grandes las diferencias de bienestar.
Las políticas públicas también influyen en la migración. Un amplio conjunto de políticas, aparte de las migratorias, repercuten en los flujos migratorios de diversas maneras. Entenderlas es fundamental para maximizar los beneficios y minimizar los costos de la migración, tanto en los países de origen como en los de destino y los de los propios migrantes. La presencia de redes de migrantes (familiares, amigos y comunidades) que viven en los países tradicionales de destino – Estados Unidos, Alemania, Rusia, Reino Unido, Canada, Francia – también ayuda a reducir los costos de la migración, lo que refuerza la concentración en unos cuantos destinos preferidos. En este sentido, los estados cumplen un papel preponderante, ya que deben elaborar políticas que regulen su situación nacional. Además, deben trabajar de manera conjunta con otros estados para establecer ya sea políticas de asilo o políticas restrictivas.
Aunque la mayoría de los migrantes internacionales se desplazan voluntariamente, algunos lo hacen obligados por los conflictos armados o la violencia. A fines de 2015, el número de refugiados ascendió a 16.1 millones. A diferencia de otros migrantes internacionales, la mayoría de los refugiados – 87% – se establecen en países en desarrollo.
Hacer de la migración un motor de desarrollo
La migración internacional representa una oportunidad para los países de origen y de destino y para los migrantes mismos. Sin embargo, los beneficios de la migración todavía no se comprenden cabalmente y es necesario hacer más para cosechar las ganancias de un mundo cada vez más móvil.
La migración no es un requisito para el desarrollo, pero puede contribuir considerablemente a él en los países de origen y de destino. Los responsables de la elaboración de políticas deben concebir estrategias de migración y desarrollo para minimizar los costos de la movilidad humana y maximizar sus beneficios.
En los países de origen, los objetivos de las políticas incluyen: reducir los costos de las remesas monetarias y canalizarlas a inversiones productivas; transformar las diásporas en iniciativas de desarrollo; atraer de nuevo y reintegrar a los emigrantes; y brindar apoyo a las familias que se quedan atrás. Si a los países les preocupan los índices elevados de emigración, tienen que redoblar los esfuerzos para mejorar las condiciones internas, particularmente, creando empleos dignos y mejorando el bienestar.
En los países que reciben inmigrantes, las medidas incluyen: mejorar los mercados laborales; reducir el tamaño del sector informal; ensanchar la base impositiva y fortalecer los mercados financieros para maximizar los beneficios económicos de la inmigración; promover la integración y la cohesión social, dando a los inmigrantes capacitación en el idioma y beneficios de educación y cuidado de la salud; proteger los derechos de los inmigrantes sin importar su situación migratoria; y elaborar estrategias de comunicación para modificar las actitudes públicas hacia la inmigración.
Los encargados de la elaboración de políticas en distintos sectores también deben tener en cuenta las interpelaciones entre la política migratoria y otras políticas públicas, integrando la migración a sus estrategias de desarrollo. Deben aspirar a mejorar la coordinación de las iniciativas públicas para aumentar la contribución de la migración al desarrollo. Una mayor coherencia entre las políticas puede ayudar a equilibrar la negociación de las medidas, de manera que sean sensibles a las necesidades y al bienestar de todos los actores interesados, en particular: los migrantes.
Las políticas en un país también tienen efectos indirectos en otros. Por ejemplo, el proteccionismo comercial en los países de ingresos altos, especialmente en los sectores agrícola y textil, constituye un obstáculo para el desarrollo de los países de bajos ingresos y contribuye de modo indirecto a las crecientes presiones migratorias de dichos países. En consecuencia, los encargados de la elaboración de políticas públicas deben tener en cuenta estos inconvenientes para alcanzar políticas más coherentes.
La migración es un aspecto importante de la globalización y lo será aún más en el futuro. Hacen falta mejores datos, más investigación y políticas fundadas en pruebas empíricas. La comunidad internacional debe encontrar soluciones duraderas que atiendan a los futuros retos de un mundo cada vez más móvil y resuelvan las situaciones que precipitan el aumento brusco de personas que huyen desesperadamente de conflictos armados. Se necesita hacer mucho más para fomentar el desarrollo sostenible y para aprovechar las contribuciones que la migración tiene para ofrecerle.
Autor
Mariano Sigifredo. Estudiante de ciencia política y estudios globales en University of California. Estudiante de abogacía en la Uni- versidad Empresarial Siglo 21. Miembro de la Sociedad de Humanidades de Honores Mellon. Miembro activo de la Asociación Americana de Naciones Unidas y de la orga- nización argentina para las naciones unidas (OAJNU).