Cuando los apasionados por el fútbol escuchan los nombres de Clarence Seedorf, Edgar Davids, Jimmy Floyd Hasselbaink, Ruud Gullit, Frank Rijkaard y Patrick Kluivert seguramente se les vienen a la mente los mejores clubes de Europa y, por supuesto, la poderosa selección de los Países Bajos. ¿Qué tienen que ver estas glorias del fútbol con Surinam? Relativamente pocas personas conocen que aquellos futbolistas nacieron en Surinam o son hijos de padres surinameses que emigraron a los Países Bajos. ¿A qué se debe que la nación más pequeña de Sudamérica da a luz a jugadores de calibre mundial y no los vemos vestir la camiseta de su selección? La cuestión de los futbolistas de ascendencia surinamesa es uno de los casos paradigmáticos de cómo la migración moldea los equipos y las ligas del mundo y nos permite analizar qué es lo sucede cuando la política se mezcla con el deporte.
El pasado colonial de Surinam y sus secuelas
Surinam es la nación más pequeña de Sudamérica y también la menos poblada, con una superficie de aproximadamente 160 mil km² y una población que apenas supera el medio millón de habitantes. Limita con la Guayana Francesa al este, con Guyana al oeste y con Brasil al sur. Entre sus principales productos de exportación se encuentran el oro, el petróleo refinado, la madera en bruto, los plátanos y el arroz, pero sus más particulares y secretas exportaciones consisten en futbolistas rebosantes de talento. Probablemente el lector se sorprenderá al descubrir que jugadores de ascendencia surinamesa han nutrido al mejor fútbol de Europa durante décadas y que se coronaron campeones en múltiples oportunidades, tanto a nivel de clubes como a nivel de selección. Pero para abordar la cuestión deportiva primero necesitamos entender la vinculación de Surinam con Europa y, específicamente, con los Países Bajos.
Antes de ser la República de Surinam fue una colonia de los Países Bajos, conocida como Guayana Neerlandesa, cabe destacar que es el único Estado de América del Sur que tiene al neerlandés como idioma oficial. Luego de lograr su independencia en 1975, casi un tercio de la población emigró hacia los Países Bajos aprovechando su nacionalidad neerlandesa; en otras palabras, casi la mitad de la fuerza laboral abandonó el territorio. El éxodo de los surinameses se produjo debido a los problemas socioeconómicos y políticos que enfrentaba el país en los meses previos a su independencia.
Según un informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (1985), hubo dos grandes olas de emigración, las cuales para fines de los años ochenta dejaron como saldo alrededor de 200 mil surinameses viviendo en el exterior, los Países Bajos fueron su principal destino. Esta situación originó un grave problema para Surinam, debido a que entre los migrantes se encontraban cuadros técnicos, administrativos y profesionales de diversas ramas. Estos acontecimientos supusieron un contratiempo para el crecimiento del país recién constituido, el cual se quedó de pronto sin mano de obra cualificada y vio caer sus actividades económicas y agrarias a niveles muy precarios.
La selección que pudo ser y no fue
Al comienzo de este artículo se hizo referencia a algunos grandes jugadores de origen surinamés, lo que podría hacernos pensar que Surinam es una de las selecciones más fuertes del continente, pero esta aseveración no podría estar más alejada de la realidad. Esto se debe a que los futbolistas talentosos no estuvieron exentos de las olas migratorias y todos los jugadores con posibilidades de destacarse en el deporte suelen irse pronto del país, preferentemente a los Países Bajos, ya sea por razones deportivas o en la búsqueda de una mejor calidad de vida.
Mientras que Surinam no cuenta con una liga profesional ni con una estructura formativa sólida, la organización de las escuelas de fútbol en los Países Bajos es una de las mejores en el mundo. De ahí que muchas promesas surinamesas eligen dejar su hogar con miras a asegurar su futuro en lo económico, académico y deportivo. Actualmente, según relevamientos realizados por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación), alrededor de 150 surinameses juegan en las ligas profesionales neerlandesas. Esto explica, en parte, porqué estas joyas sudamericanas terminan siendo pulidas en el Viejo Continente y brillando lejos de la cantera donde surgieron. La contribución de los futbolistas surinameses al fútbol europeo es incuestionable.
¿Pero el hecho de que los futbolistas surinameses hayan emigrado es un impedimento para que vistan los colores de su selección? La respuesta, sorprendentemente, es sí. Existe una ley que prohíbe vestir los colores del combinado nacional a todo aquel deportista que se haya hecho un pasaporte neerlandés. La Ley sobre nacionalidad y residencia fue establecida cuando Surinam se volvió independiente y no contempla la doble nacionalidad. En efecto, según su artículo 11, un ciudadano pierde su nacionalidad surinamesa desde el momento en que opta por otra.
Se trata de una medida que responde a una decisión política, a causa del pasado colonial y el sentimiento nacionalista, pero es sobre todo una forma de no asumir el riesgo político que tendría la doble nacionalidad en términos electorales (a los 500 mil surinameses en Surinam se les sumarían cerca de 300 mil en los Países Bajos). De cualquier manera, es una pena tanto para los profesionales que deciden seguir sus carreras en el exterior como para los extranjeros que perderían su nacionalidad si desean vestir los colores de Surinam. Con el fin de intentar comprender desde nuestra perspectiva como argentinos, deberíamos plantear el caso hipotético de una ley idéntica en nuestro país que prohibiera, por ejemplo, a Lionel Messi jugar para la selección argentina, debido a que vive y se formó en España desde muy pequeño y adquirió la doble nacionalidad (español por residencia).
Muchos analistas creen firmemente que si el gobierno surinamés invirtiera en la estructura de divisiones inferiores y flexibilizara las políticas excluyentes de jugadores con doble nacionalidad, el país podría convertirse en una potencia futbolística (Mejía, 2014). No obstante, la cuestión de la doble nacionalidad no parece ser un tema prioritario en la agenda del Poder Legislativo y, de momento, Surinam deberá conformarse con ver a muchos de sus hijos vestir las camisetas de otros seleccionados. En cuanto a los que deciden quedarse en el país, no disponen de un panorama alentador: los jugadores trabajan durante el día y entrenan por las noches cuando se aproxima algún compromiso internacional; además, el seleccionado nacional nunca logró disputar una Copa del Mundo y jamás pudo posicionarse más allá del puesto 100 en el Ranking FIFA.
Resulta inevitable esquivar la pregunta sobre qué hubiera pasado con el fútbol neerlandés y surinamés, con el fútbol europeo y mundial inclusive, si Seedorf y Davids no hubieran dejado Paramaribo para emigrar con sus familias, y si los padres de Gullit, Rijkaard y Kluivert no hubieran decidido continuar su vida en los Países Bajos, o si se les hubiera permitido jugar con la selección de Surinam. Me atrevo a decir que quizás las mejores páginas de la historia futbolística de los Países Bajos no se hubieran escrito, y que, seguramente, los apasionados por el deporte y el común de la gente, sin distinción de edad o nacionalidad, conocerían a Surinam y sus leyendas del fútbol.
¿El fin de las selecciones “nacionalistas”?
El caso de los futbolistas surinameses permite dar cuenta de cómo el fenómeno migratorio contribuyó a forjar las ligas y seleccionados más importantes del mundo. Pero los ejemplos no acaban aquí, basta con ver los planteles de los mejores clubes de Europa y las selecciones de Alemania, Francia, Inglaterra, Bélgica, Portugal, Suiza, entre otras, para dimensionar el impacto de los inmigrantes en el fútbol actual.
Podríamos decir que la Copa Mundial de la FIFA gradualmente está dejando de ser un torneo que se disputa entre selecciones nacionales, entendiendo lo nacional como lo opuesto a lo extranjero (Ribadeneira, 2018), y está virando hacia una competencia entre equipos multinacionales, los cuales coadyuvan a dejar en offside (fuera de juego) a la xenofobia, el racismo y la intolerancia religiosa y cultural. En este sentido, los flujos migratorios han posibilitado que los seleccionados se conviertan en puntos de encuentro entre diferentes culturas. Todo esto ocurre en un contexto internacional donde los grupos de ultraderecha están ganando terreno político y avivan el odio hacia el inmigrante, lo cual resalta aún más la apuesta deportiva que realizan las federaciones de fútbol por dichos atletas. ¿Puede un gol de un jugador de ascendencia extranjera poner en ventaja a la diversidad cultural en el partido contra los prejuicios nacionalistas y supremacistas?
Retomando el caso de Surinam, la situación tiene el agravante de que los jugadores nacidos en los Países Bajos cargan el estigma de no ser “verdaderos surinameses” a los ojos de los que nacieron y crecieron en Surinam y no se identifican con ellos. En tiempos donde las fronteras entre las naciones se desdibujan y las identidades se deconstruyen, la mentalidad nacionalista surinamesa y su decisión de cerrar las puertas de su selección parece una determinación un tanto extrema y, cuando menos, anacrónica.
En definitiva, el fútbol se encuentra atravesado por una serie de factores vinculados estrechamente con las migraciones: la existencia de conflictos políticos, étnicos o religiosos; el aumento de la brecha socioeconómica y el desempleo; los contextos de vulnerabilidad y el deterioro de la calidad de vida; y los resabios coloniales que siempre se encuentran latentes. En este sentido, los efectos de las olas migratorias trascienden lo estrictamente deportivo, ya que empezamos a hablar de una cantidad exorbitante de personas que llevan su potencial genético y sus capacidades a otras tierras, desplegando sus talentos lejos de su país de origen, el cual muchas veces, como en el caso de Surinam, queda sumido en el olvido.
Bibliografía
- Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (1985). “Segundo informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Surinam”. Disponible en: https://goo.gl/3Pr7Gd
- “El pequeño secreto de Surinam”. (2008). FIFA.com. Disponible en: https://goo.gl/RjZW3s
- “Law on Nationality and Residence, State Ordinance of 24 November 1975 for the Regulation of the Surinamese Nationality and Residence in Suriname (last amended 1983)”. Disponible en: https://goo.gl/JtYBVJ
- Mejía, F. (2014). “Surinam: la fábrica sudamericana de futbolistas holandeses”. Las 2 Orillas. Disponible en: https://goo.gl/p19FiQ
- Ribadeneira, A. (2018). “El Mundial de los migrantes”. El Comercio. Disponible en: https://goo.gl/A5T5c5
- The Observatory of Economic Complexity: Surinam. Disponible en: https://goo.gl/5paGyp
Autor:
Abel Salim. Estudiante avanzado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales (Universidad Católica de Córdoba) y estudiante de la Tecnicatura en Corrección Literaria (Universidad Nacional de Córdoba). Se desempeñó en carácter de pasante en el área de Relaciones Institucionales de la Bolsa de Comercio de Córdoba. Ejerció como ayudante alumno de Historia de la Cultura en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (Universidad Católica de Córdoba). Actualmente, colabora con la edición y corrección de artículos para el sitio web de Córdoba Global.