La falta de amor a la patria

Por Juan Cruz Gonzalez Achaval

No es difícil para el ciudadano argentino darse cuenta de la complicada situación de su patria. Corrupción, injusticia y falsedad hacen parecer que día a día la esperanza en un futuro mejor sea cada vez menor. Todo esto muy probablemente se debe a la Falta de amor a la patria, debido a que al carecer de él se abandona la idea de “El bien común” y se adopta una postura centrada en el beneficio propio, sin importar las consecuencias para el prójimo ni las medidas para alcanzar los fines egoístas, lo que termina llegando inevitablemente a los sectores de dirigencia política. Si bien el problema viene de tiempo atrás y pareciera que no tuviera un fin la solución puede y debe salir del mismo pueblo. Este último deberá formarse en valores y virtudes para dar el sano ejemplo y así, una vez capacitado, ingresar a los sitios de “poder” donde creará una nueva “cúpula” integrada por jóvenes dirigentes con genuina capacidad de liderazgo que permitirá a su vez devolver la grandeza (en todos los aspectos) a la República Argentina.

El génesis de la patria actual

Es difícil encontrar un origen específico a los problemas actuales de la sociedad, particularmente la Argentina, ya que los mismos tienen diferentes causas que a su vez derivan de otras falencias; por lo tanto y dada la imposibilidad de encontrar a cada una me centraré en factores más generales pero que a mi modo de ver son sumamente importantes.

El por qué

Podríamos decir que una de las causas fue la Guerra civil argentina (1848-1856) en la que no sólo se definía la capital del territorio y la autonomía de cada provincia, sino algo de mayor valor: El modelo de país; la conservación y fortalecimiento del ADN cultural o la reivindicación de las ideas de origen Borbón y refundación de los “cimientos” de la, en ese entonces, joven sociedad argentina.

Para entender mejor este último punto volveré más atrás en el tiempo y haré énfasis en la España del siglo XVII y XVIII, en la cual se venía de una España, valga la redundancia, poderosa, destacable en extensión, educación, derechos y evangelización, tanto en su territorio continental como en sus provincias de América, a ser una España que tenía una mentalidad más colonialista/ renegada y menos patriótica. Carlos II de la dinastía de los Habsburgo, aquella tan caracterizada por sus leyes de indias y sus logros ya nombrados, no había dejado descendencia y por ende, luego de la guerra de sucesión, tomaron su lugar los borbones de ascendencia francesa cuyas ideas de grandeza para el reino ibérico no significaban mucho y poco a poco se desligaron de las ideas prósperas de la dinastía anterior e inculcaron en su propio vasallaje una imagen de país inferior con respecto a otros como Francia o Inglaterra, y dejando incluso a sus provincias de las Indias relegadas a un estatus de colonias sin más. Esto último, sumado a otros factores, desencadenaría una serie de revoluciones independentistas en los territorios de las Indias occidentales, de las cuales las Provincias Unidas del Río de la Plata también formarían parte.

patria

Retomando el contexto de guerra civil Argentina, habíamos dicho que fundamentalmente se definía en este panorama bélico el modelo de país a seguir; uno dispuesto a conservar y enaltecer lo propio, y otro con la idea de cambiarlo de raíz mirando más a imitar otros modelos europeos. A pesar de que los federales ganaron, la idea unitaria no fue abandonada. Poco a poco hubo un conglomerado de estas convicciones que si bien no quitaron tanta autonomía a las provincias, sí fue tomando fuerza el pensamiento de dejar un poco de lado la esencia Argentina y añorar en virtudes, y virtudes aparentes, cualidades o conceptos propios de Francia o Inglaterra, dando lugar a personajes amalgamados en ideas ya mencionadas, pero al mismo tiempo tan respetados como Carlos María de Alvear quien en correspondencia Británica decía querer pertenecer al Reino Unido, o Domingo Faustino Sarmiento, recordado por sus esfuerzos en la educación, pero también por frases como:  – “(…) No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esa chusma criolla incivil, bárbara y ruda es lo único que tienen de seres humanos– (Carta a Bartolomé Mitre, 20 de septiembre de 1861)

Durante unos años Argentina tuvo un gran progreso sobre todo en épocas como la del “Modelo Agroexportador” (1880 -1930), pero no duraría para siempre. Al finalizar ese periodo, la grandeza económica acabaría, y pronto dejaría ver el mayor problema sin solucionar: La moral.

Si bien no estoy diciendo que no la haya habido antes, o que el país no tuviera en los años próximos leves periodos de “estabilidad”, la verdad es que el problema sigue allí y no es casualidad que la falta de amor a la patria esté ligado a la falta de amor al prójimo, y que esto a su vez termine en un problema de moralidad.

Actualmente el argentino en general vive en un círculo vicioso en el cual no ama lo que le fue conseguido en algún momento de la historia (o no se da cuenta), vota a representantes que en vez de ejercer la política noble (la construcción del bien común), terminan haciendo la política de juego (nosotros siendo meros electores de un lado u otro del espectro político, cayendo en un partidismo más que en una elección de lo que realmente nos parece correcto), lo cual lleva a generar desconfianza y segmentación, que hace que se repita el círculo y que se caiga a su vez en la idea de que el país es el problema, cuando en realidad son los representantes que al fin y al cabo son elegidos por los propios ciudadanos. Aquí entra en juego la clásica frase “cada país merece al representante que tiene” pero… ¿Realmente lo merecemos?

A mi particular forma de ver no, pero la problemática podría surgir de la mentalidad ante la situación, me explico; si seguimos auto encerrándonos en el círculo anteriormente mencionado nunca saldremos de él, más bien todo seguirá tal cual, por lo que tendremos que empezar cada uno por su cuenta, dando el ejemplo con acciones acordes a nuestros valores y convicciones. Esto podría ser suficiente, pero también es fundamental ingresar en el sector donde el ciudadano promedio teme y reniega a ingresar: La política.

No digo que sea fácil, al contrario, incluso no descarto que habrá figuras de  “mártires políticos” que serán acusados y “golpeados” por  meterse en el “establishment”  y querer cambiarlo. Pero solo así se logrará hacer llegar nuestras convicciones que nos sacarán adelante como nación, como pueblo, enalteciendo las ideas de Dios, Patria y familia que forjaron y engrandecieron a nuestra tierra. Así, Dios mediante, aparecerán nuevas figuras de auténticos líderes, de dirigentes, que tendrán coherencia en su decir con su actuar, en empatizar, en ser genuinos, en saber y saber hacer, en no desarraigarse de sus valores y convicciones, en unir y no fragmentar. Con esto tomarán lugar nuevas figuras políticas, nuevos jóvenes dirigentes que no darán órdenes para que les sigan, sino que con su actuar serán ejemplo y el pueblo elegirá seguirlos haciendo que tome su auténtico significado la palabra Líder.

Conclusión

Se podría decir que desde el inicio de nuestra corta existencia como país hemos estado abrazando directa o indirectamente la idea de que nosotros somos “menos” (en algunos aspectos) como sociedad y nación, tratando de abrazar ideas que en vez de sincretizarlas o desecharlas, más bien nos han alejado de nuestros valores y convicciones encerrándonos en un círculo de decadencia que sólo nos inspira desánimo y desgracia. Para salir de ello deberemos tener el valor y la voluntad de dar ejemplo y formarnos lo suficiente para que posteriormente nuevos caudillos ingresen a la política y generen entonces una nueva “revolución” que engrandezca a la Argentina en valores, virtudes y fe ayudando al ciudadano a alcanzar su mejor versión, devolviéndole la esperanza y espíritu de servicio para dejar atrás así esa falta de amor a la patria.

 

 

Bibliografía:

  • Botana.R.N, Clemenceau.G, Fraga.R, Romero L.A. (2009). Mirando al Bicentenario. Ediciones B.
  • Félix. L. Historia integral de la Argentina. (1994). Vol I. Editorial Planeta
  • Santiago R.I. Historia de la paraquaria. (2017).  Ediciones del autor
  • Adolfo. S. Historia de la confederación Argentina. (1888).
  • Carl. S. Teología política: cuatro ensayos sobre la soberanía. (1922). Editorial Trotta
  • Pablo. Y. Mates con historia, canal. YouTube
2 de febrero de 2023
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