El rol creciente del Hamás en el conflicto palestino-israelí

Para introducir al Hamás debemos remontarnos a la Primera Intifada del año 1987, en la que los palestinos se levantaron por primera vez en contra de las fuerzas de ocupación israelíes en la Franja de Gaza y Cisjordania. Tal como su nombre -en árabe “Movimiento de Resistencia Islámico”- lo indica, Hamás es la organización palestina nacionalista más numerosa declarada como yihadista. Esta considera que sus objetivos de expulsión de las fuerzas israelíes de los territorios ocupados y el establecimiento de un Estado islámico en Palestina son una lucha legítima en defensa de la ocupación sionista opresora y violenta. Por otro lado, para sus enemigos, principalmente Israel y algunos países Occidentales -o incluso para algunos Estados árabes como Egipto-, Hamás se trata de un grupo terrorista por su historial de ataques contra la población israelí y su compromiso -explícito en su acta fundacional- de destruir dicho Estado.

 

 

Participación de Hamás en el conflicto palestino-israelí

Hamás se organiza con dos ramas operacionales: su lado político, de programas sociales de construcción de escuelas, hospitales y asistencia social y religiosa; y su lado militar, de lucha armada contra el Estado israelí, a cargo de las Brigadas al-Qassam, cuya existencia no ha sido jamás reconocida por la organización.

Sus objetivos permiten deducir que su rol en la contienda árabe-israelí es determinante. Quien protagonizaba la escena política de enfrentamiento con los israelíes era, inicialmente, la Organización de Liberación de Palestina (OLP). El papel de esta comenzó a ser cuestionado por los elementos más radicales del movimiento palestino cada vez que comenzaba a inclinarse a la negociación, alejándose de las armas. Así fue como con la Primera Intifada, pasados unos días de las primeras revueltas populares, se emitió el comunicado oficial que daba origen a Hamás. Esta primera revuelta general que comenzó en 1987, se extendió hasta el año 1993, y consistió en una huelga generalizada de todos los sectores de la sociedad, agrupada ante un llamado a la desobediencia civil y el abandono de sus respectivos trabajos en Israel, bajo la consigna de rebelión ante la opresión del gobierno israelí.

En aquella oportunidad, el resultado de dicha revuelta fueron los Acuerdos de Oslo, que se firmaron en 1993, en los que se diseñaron una serie de disposiciones dirigidas a resolver el conflicto entre las autoridades israelíes y la OLP. Sin embargo, estos acuerdos generaron descontentos en ambas facciones, y acarrearon importantes consecuencias: en el lado palestino, una serie de atentados suicidas que terminaron con la vida de unos 60 israelíes; y en el lado israelí, la llegada al poder de Benjamin Netanyahu en 1996, conocido por su ferviente oposición a lo pactado en Oslo.

En un escenario en el que continuaban predominando los descontentos y los ataques violentos por parte de ambos frentes, fue que en el año 2000 se reunieron el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el primer ministro israelí, Ehud Barak, y el representante de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, en lo que fueron los acuerdos de Camp David II (o Cumbre de Paz de Oriente Medio de Camp David). A pesar de que allí se concluyó una Declaración Trilateral con principios bajo los que se guiarían las futuras negociaciones, no se logró acordar un fin definitivo al conflicto palestino-israelí.

Dos meses después, teniendo como detonante la visita que realizó el recién electo primer ministro israelí, Ariel Sharón, a la Mezquita Al-Aqsa (uno de los lugares más importantes para la fe islámica) junto a soldados y policías israelíes armados, inició la Segunda Intifada. Esta se extendió entre los años 2000 y 2005. Al tiempo que esto ocurría, la organización Hamás continuó adquiriendo poder y respaldo político, mientras las fuerzas israelíes fueron destruyendo las estructuras de la Autoridad Palestina bajo el mando de Arafat.

 

El enfoque político de Hamás

En la actualidad, desde hace ya 13 años, el grupo islámico se desempeña en una nueva esfera: el proceso político palestino. En el 2006, alcanzaron el poder tras un triunfo electoral en las elecciones para el Consejo Legislativo, quizá con la muerte de Yasser Arafat en 2004 como factor contribuyente a la situación. Sin embargo, al mismo tiempo aumentaron las tensiones con la otra facción palestina, el Fatah (principal componente de la OLP). En 2007 estas tensiones se desplazaron al terreno militar, teniendo como resultado el establecimiento de un gobierno de Hamás en la Franja de Gaza, y el desplazamiento de su rival a Cisjordania. Con el paso de los años, y debido a un cercamiento internacional en sus alrededores con sus opositores árabes, como lo fue la pérdida de la presidencia de Egipto por parte de uno de los principales aliados, Mohamed Morsi, y el desfinanciamiento de Irán desde el alineamiento a los grupos sunitas sirios, en 2014; el líder de Hamás, Khaled Meshaal, acordó integrar un gobierno de unidad nacional con Fatah, bajo el liderazgo de Mahmoud Abbas desde la muerte de Arafat.

Esto, por supuesto, no puede minimizarse, ya que sin dudas se trata de un salto importante en el desarrollo de lo que fue una movilización que comenzó como liderazgo alternativo ante la OLP en la causa palestina, y llegó a convertirse en un proyecto político, como lo es en la actualidad, en la que ha cobrado protagonismo el plano de las instituciones como vía para efectivizar las misiones planteadas en su carta fundacional.

En el plano internacional, la acción más reciente de Hamás fue la convocatoria al pueblo palestino a una Tercera Intifada contra las autoridades israelíes, el pasado diciembre, luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, decidiera reconocer a Jerusalén como capital de Israel.

Si bien ya son incontables los organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales y entidades que han condenado al Hamás por sus abusos, torturas, asesinatos y demás terrores perpetrados, todo parece demostrar que, a nivel interno, el apoyo se mantiene firme. En los aniversarios de fundación de la organización continúan reuniéndose decenas de miles de personas, que con atención y respeto conmemoran las palabras del cofundador y líder espiritual del movimiento, el jeque Ahmad Yassin (asesinado en 2004): “El movimiento de los mártires seguirá adelante… La resistencia seguirá adelante. El Yihad continuará, y las operaciones de martirio continuarán hasta la total liberación de Palestina” (Yassin, 2000).

 

Bibliografía

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  • Mishal, S., & Sela, A. (2006). The Palestinian Hamas: vision, violence, and coexistence. Columbia University Press.
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  • Zorgbibe, C. (1997). Historia de las relaciones internacionales. Alianza.

 

Autora

Valentina Testa: Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Siglo 21. Secretaria de Proyectos en OAJNU Córdoba. Participación en proyectos educativos internacionales de ERASMUS+.

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