Los recientes incendios en el Amazonas han servido como catalizador para la eclosión de un conflicto latente entre los principales mandatarios de Brasil y Francia, Jair Bolsonaro y Emmanuel Macron. A nivel mediático y de opinión pública la victoria parece ser claramente francesa: Macron es visto como un líder moderno y progresista, preocupado por el cuidado del medioambiente y la conservación del Amazonas; Bolsonaro, por su parte, no sería más que un bravucón ignorante, desconocedor de la diplomacia internacional, ultra-derechista, etc. El presente análisis pretende discutir tal construcción mediática, la cual se considera como mínimo errada y ordenada en función de los intereses de las potencias de primer orden, en este caso Francia, la cual pretende imponer reglas de juego a un Brasil que se siente con suficiente poder para salir a discutir tal imposición. Se sostiene entonces que lejos de sesgos derechistas y convencimiento ambientalista, el conflicto Bolsonaro-Macron responde primigeniamente a un conflicto de intereses políticos y económicos. Para ello es necesario tomar el caso en su contexto, por lo que se abordará la relación de Brasil con el Acuerdo de París, luego el pacto Mercosur-Unión Europea, la relación de Francia con las ONG y el cuidado ambiental para finalmente tener las herramientas que nos permitan analizar desde una visión realista el conflicto Bolsonaro-Macron.
Brasil y el Acuerdo de París
El 12 de diciembre de 2015 se firma el Acuerdo de París dentro de la Convención Marco sobre el Cambio Climático, cuyo objetivo principal es “promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero” (UNFCCC, 2015: Art. 2) para “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático.” (UNFCCC, 2015: Art. 2)
El acuerdo entró en vigor el 5 de octubre de 2016 con la ratificación de la Unión Europea y tuvo su primer gran revés en 2017, con la retirada de Estados Unidos, puesto la administración de Trump, finalmente cumplió su promesa de campaña de salida aduciendo que perjudicaba el empleo nacional (Shear, M. D. 1 de junio de 2017).
En la línea de Trump, Bolsonaro durante su campaña de 2018, aseguró que se retiraría del Acuerdo de París. El artículo 5 sostiene que las partes deben tomar medidas contra la deforestación de los bosques, tales medidas chocan de lleno con el desarrollo económico nacional, por lo que pretendía acabar “con las políticas de demarcación de tierras indígenas y de protección natural para impulsar el agronegocio -eje del desarrollo económico brasileño-, la minería y grandes obras de infraestructura; por eso, en un principio había propuesto fusionar las carteras de Agricultura y Medio Ambiente, si bien luego desistió de esa idea” (Armendáriz, A. 30 de noviembre de 2018).
Acuerdo Mercosur – Unión Europea
El 28 de junio de 2019 se firma el acuerdo Mercosur-Unión Europea, para la reducción progresiva de casi la totalidad de aranceles en el comercio entre ambos bloques, las aspiraciones del Mercosur por su parte estaban orientadas a la apertura del mercado europea para los bienes agropecuarios y la obtención de inversión extrajera directa, a la vez que la Unión Europea buscaba principalmente menores aranceles para sus productos industriales, especialmente de la industria automotriz y la posibilidad de que sus empresas participen de licitaciones en Sudamérica.
Como tal esquema favorecería la expansión de la frontera agrícola por parte de los países del Mercosur, se incorporó el compromiso de respetar los acuerdos medioambientales. Si bien el intercambio de materias primas por productos industrializados siempre implica un beneficio para el país desarrollado, la incorporación medioambiental no deja de ser un reaseguro para los productores rurales europeos.
Tales preocupaciones a nivel interno no se hicieron esperar y la Confédération paysanne (sindicato agrícola francés) criticó el acuerdo aduciendo que no podrían competir contra la producción de “animales apiñados en feedlots y rellenos con soja transgénica y antibióticos” (Michalopoulos, S. 2 de julio de 2019). Por su parte, Macron defendió los beneficios que el acuerdo tendría para sus productos industrializados.
La celebración de cualquier tipo de acuerdo implica una serie de cesiones en función de la obtención de un beneficio, todo acuerdo que se precie de racional debería implicar mayores ganancias que pérdidas, a menos claro que por alguna razón, se piense en evitar tales concesiones, de aquí la hipótesis de presente trabajo, es la siguiente: Francia tiene intereses ambientales en la medida en que estos le reportan un beneficio económico, de allí la cláusula ambiental en el mentado acuerdo.
Francia y el medio ambiente
La historia francesa da cuenta de que la protección medioambiental suele estar subordinada al desarrollo económico o militar, a la ya conocida historia de la explotación africana antes y luego de la Conferencia de Berlín, hay que sumar el caso de las pruebas nucleares francesas en Mururoa y Fangataufa (Polinesia Francesa).
Como demuestra el caso la protección medio-ambiental fue de segundo orden ante la posibilidad de tener la bomba atómica. Sin ir más lejos el servicio secreto francés, bajo la anuencia del presidente socialista François Mitterrand, se encargó de hundir el Rainbow Warior, buque insignia de Greenpeace. El Rainbow Warrior se encontraba en ese entonces en el puerto de Auckland en el medio de su campaña contra los ensayos nucleares de Francia en el pacífico.
La acción motivó la muerte del fotógrafo portugués Fernando Pedreira, es por esto que en 2015 el agente Jean-Luc Kister, no sólo confirmó los hechos, sino que declaró que se le informó que tales acciones eran una contraofensiva contra la infiltración de la KGB en Greenpeace (Poch, R. 8 de setiembre de 2015).
Las ONG ambientalistas
En el año 2000 el INVAP (Centro de Investigación Aplicada) firmó un contrato con la Organización Australiana de Ciencia y Tecnología Nuclear), para la creación de un reactor nuclear de investigación y producción de radioisótopos, que se pondría en funcionamiento en el 2006. Implicaba el desembolso de 180 millones de dólares por parte del gobierno australiano, la más alta de la historia de Australia en equipamiento científico (Rivolta, A. S. 2005).
La licitación internacional se ganó, superando las más estrictas normas de competencia y relegando al segundo lugar a TechnicAtome, empresa mixta, con mayoría accionaria del Estado francés y una de las principales multinacionales del mercado atómico. Sin embargo, el proceso licitatorio implicaba la aprobación de la ley de “Acuerdo entre la República Argentina y Australia sobre cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear”.
Una vez aprobada en senadores, se inició una fuerte campaña de organizaciones ambientalistas contra el mentado acuerdo, buscando su no aprobación en diputados, mediante el argumento de que Argentina se convertiría en un basurero nuclear, cuando el acuerdo detallaba que la disposición final de los residuos sería en Australia y sólo volvería a la Argentina para su tratamiento de prolongación de la vida útil.
La no sanción de la ley implicaba no sólo la caída del acuerdo y la posible obtención del contrato por parte de la empresa francesa, sino la exclusión de facto de Invap de la competencia internacional en contratos sobre energía atómica, puesta la incapacidad de cumplir con los compromisos asumidos, es decir la eliminación de un competidor del mercado atómico mundial.
Es decir que no hay ninguna prueba para sostener que Francia financió ONG ambientalistas en búsqueda del fracaso de un competidor internacional, pero la lógica realista sostiene que era uno de los principales interesados y la asignación de recursos a tales ONG para la caída del acuerdo, no sólo hubiera redituado en una ganancia económica, sino en la pérdida de competencia en un mercado tan estratégico como el atómico.
El conflicto Bolsonaro-Macron
El 2 de agosto de 2019, 5 días después del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, Jair Bolsonaro tenía previsto encontrarse con el ministro de Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, que se encontraba por Sudamérica recordando los compromisos que habían asumido los países en el Acuerdo de París.
Sin embargo, la reunión fue cancelada súbitamente al enterarse Bolsonaro de que Le Diran se encontraría también con ONG ambientalistas. “¿Qué vino a tratar con las ONG aquí? Cuando se habla de las ONG, ya salta una alerta en la cabeza de quien tiene un mínimo de juicio”, subrayó en aquel momento Bolsonaro.
Posteriormente con el inicio de los incendios en la Amazonia y luego de algunos cruces descorteces, Macron anunció su oposición al acuerdo con el Mercosur y hasta deslizó la necesidad de crear en el Amazonas un área internacionalmente protegida (un 60% de la superficie de Brasil está cubierta de bosques, Frente a un 31% de Francia).
Desbordado por una crisis que se le iba de las manos el canciller de Brasil, Ernesto Arújo, consiguió el apoyo de Donald Trump. Brasil ha sentido el golpe, pero espera responder.
Conclusiones
La importancia del Amazonas y la lucha contra el cambio climático es algo vital para nuestro futuro como humanidad y por tanto es de una importancia indiscutible. Lo que se pretende deconstruir es la imagen de Macron como paladín ambientalista y de Bolsonaro como un simple alienado. Ambos entraron en un complejo juego de defensa de sus intereses nacionales en el marco de las negociaciones y el Acuerdo Mercosur-Unión Europea.
Bolsonaro por su lado tenía suficientes motivos como para desear el acuerdo, en función de lograr un mayor mercado para colocar los productos de la agroindustria, la cual planeaba expandir, ganando terreno en un país con 60% de bosques en su superficie. Para ello tenía las intenciones de salirse del Acuerdo de París o como menos incumplirlo.
Por su parte Macron deseaba el acuerdo para mejorar las exportaciones de sus empresas industriales, a las cuales les cuesta cada vez más competir contra China y el sudeste asiático, pero tratando de evitar el ingreso masivo de productos primarios. De allí la gira de Le Diran por Sudamérica defendiendo el Acuerdo de París, contra las emisiones de carbono y la deforestación.
Es también inocente por el marco actual e histórico, pensar que Bolsonaro reaccionó alocadamente a la reunión de Le Diran con las ONG ambientalistas de Brasil. Como también es inocente creer que la propuesta de Macron de un área internacionalmente protegida. Durante el gobierno de Lula se le consultó también al ministro de educación Chico Buarque en una universidad de Estados Unidos, sobre la internacionalización del Amazonas, la respuesta negativa de Chico, es hoy ampliamente recordada como signo de anti-imperialismo.
Que aquella propuesta de Estados Unidos hoy sea recordada como imperialista y la actual de Macron como humanista, no puede menos que explicitar que el campo de los medios y la opinión pública, son otro campo de batalla de la política internacional, en el que hoy Francia está ganando, independientemente de que los discursos proferidos por tales medios no reflejen los intereses, que aquí sostenemos, verdaderamente están en danza.
Bibliografía
- Armendáriz, A. (30 de noviembre de 2018). “Bolsonaro insiste en abandonar el Acuerdo de París”. La Nación. Consultado el 2 de setiembre de 2019.
Michalopoulos, S. (2 de julio de 2019). “EU farmers boss: ‘Devastating’ Mercosur trade pact exposes Europe’s double standards”. Euractiv. Consultado el 3 de setiembre de 2019. - Poch, R. (8 de setiembre de 2015). “Confiesa el agente secreto francés que hundió el barco ‘Rainbow Warrior’ de Greenpeace”. La Vanguardia. Consultado el 3 de setiembre de 2019.
- Rivolta, A. S. (2005) “¿Qué hay detrás de la venta del reactor nuclear a Australia?”. Boletín del Centro Naval. N°811.
- Shear, Michael D. (1 de junio de 2017). ”Trump anuncia que retirará a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático”. The New York Times. Consultado el 1 de setiembre de 2019.”
- UNFCCC. (2015). Aprobación del Acuerdo de París. Recuperado de: http://unfccc.int/resource/docs/2015/cop21/spa/l09s.pdf
Autor
Matías Caro: Licenciado en Ciencia Política (UCC). Doctorando en Ciencia Política (UNC). Profesor Adjunto de Derecho Político (Fac. de Derecho y Ciencias Sociales, UCC). Becario Doctoral (CONICET – UCC). Secretario del Instituto de Gestión en Sistemas de Justicia.