BREXIT: Un juego de Naipes

El proceso de divorcio de Reino Unido con la Unión Europea no tiene precedente y puede ser muy riesgoso para ambos. Por su parte, Theresa May quiere un divorcio y una nueva relación de amistad casi en el mismo momento, con el objetivo de reducir riesgos y no perder los grandes beneficios de la Unión. Pero, ¿es posible ambos procesos el mismo momento? Desde el otro lado del canal, los mandatarios insisten en no apresurarse tanto.

“Sería muy costoso debilitar nuestra cooperación, que garantiza la prosperidad y la protección de nuestros ciudadanos “ Palabras de la Primer ministra del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Theresa May el día 29 de marzo de 2017.

En un rápido repaso histórico ubicamos el inicio del proceso de integración europeo en 1952, en el marco de lo que fue “La Comunidad Europea del Acero y del Carbón”. Este acuerdo de cooperación entre 6 países (Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos) surge con motivo de cooperar económica y comercialmente, pero sobre todo con el objetivo de evitar el desarrollo de otro conflicto armado entre vecinos. En 1957, el proceso integracionista continuó con los tratados de Roma que dieron lugar a la Comunidad Económica Europea y a la Comunidad Europea de la Energía. Este proceso siguió su rumbo hasta 1987 con la firma del Acta Única Europea en el intento de lograr el Mercado Único sin fronteras interiores para las mercancías, los servicios, el capital financiero y las personas. En 1973 son 3 países los que ingresan al círculo de socios, entre ellos Reino Unido. En el año 1993 con el Tratado de Maastrich se da inicio a la Unión Europea propiamente dicha, con sus 4 libertades de circulación: mercancías, servicios, personas y capitales. El número de miembros aumento hasta el día de hoy a 27, sin tener en cuenta a Reino Unido.

Desarmar una relación que lleva varias décadas de existencia no es tarea simple. Sin embargo, para el Reino ya es una decisión tomada y ahora busca el mejor acuerdo posible con la Unión post Brexit. Ambas partes tienen sus cartas estratégicas para jugar en este divorcio y nueva relación: Por el lado de Bruselas, sus cartas son los beneficios que implica ser parte de la UE, disfrutando de un mercado único de 508 millones de personas, con libre movilidad de capitales, bienes, servicios y personas. Esto se agudiza con la dependencia de importaciones que tiene el Reino desde los miembros de la Unión y los flujos de capitales que arriban a Londres. Por otro lado, Reino Unido juega con su carta en materia de seguridad, servicios de información secreta y con su importante participación en EUROPOL, la Policía Europea que hoy investiga y lucha contra el terrorismo.

La realidad es que Reino Unido quieren vivir en su propia casa, eso les da libertad, pero quiere volver todos los días para almorzar y cenar, eso mantiene sus beneficios. Por parte de Bruselas, el administrador de la casa, la respuesta fue determinante: primero retírate de la casa luego vemos como continuamos con nuestra relación, de hecho, empieza a empacar tus cosas, solo tenes un par de días. Frente a esta situación, Francia ve la posibilidad de volver a tener su papel protagonista en la toma de decisiones en esta “casa comunitaria” por lo tanto, buscara estratégicamente que primero se cierre el capítulo de divorcio británico antes de conversar nuevamente. España está preocupada porque se retiró su socio comercial estratégico y su segundo receptor de Inversiones Extranjeras Directas y Alemania está tratando de clamar los ánimos en la residencia, porque ve que otros también empiezan a pensar en mudarse a su propio apartamento.

Estados Unidos es el amigo que ya vive solo, y todos los días te llama para preguntarte como estas, y para decirte que te animes a irte, que vas a manejar tus horarios, pero no te dice que tienes que comprar los muebles, hacerte la cena y pagar las cuentas. Esta simple representación de roles busca mostrar, que durante el proceso y una vez concluido, el Reino debe lograr nuevos acuerdos económicos-comerciales con los países miembros de la Unión y renegociar acuerdos con socios estratégicos del grupo si quiere mantener sus exportaciones y flujos de capital. Además, debe contrarrestar el vacío legal que dejara la “Gran Ley Derogatoria” y pagar la factura de salida que hoy se estima en 50 billones de libras esterlinas.

Reino Unido todavía no se fue, ni junto las maletas, ni saludo a sus ex amigos, pero… ¿Ya está sintiendo su propia decisión?

14 de abril de 2017

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