Cumbre de la OMC: los pobres sufren lo que deben

Esta semana la Argentina asumió la coordinación de la agenda del G20 en vistas a la cumbre que se va a realizar en 2018. Las reuniones técnicas preparatorias se iniciaron este mes en Bariloche bajo un gran operativo de seguridad debido a las protestas sociales en el país protagonizadas tanto por organizaciones locales como por organizaciones internacionales

Una presidencia trascendental al país

Las movilizaciones sociales tienen en su agenda una lucha contra los efectos negativos de la globalización y la agenda liberalizadora que previsiblemente emergerá de las cumbre del G20 y también de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que se celebrará desde el día 10 al 15 de diciembre en Buenos Aires.

Por primera vez en su historia, la OMC notificó a distintos acreditados locales y extranjeros que quedaban imposibilitados de ingresar a la cumbre, acto seguido del cual fueron deportados del país sin explicaciones previas. Algunos casos paradigmáticos fueron los del activista noruego Peter Titland, líder de ATTAC –Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana-, una ONG critica de la globalización y el liberalismo económico que incluso tiene representantes en el Parlamento europeo, y el de Sally Burch periodista británica de la Agencia Latinoamericana de Información. Desde el área de seguridad de la cumbre argumentaron que ATTAC “fue una de las organizaciones más activas” en los incidentes ocurridos durante la última cumbre de Hamburgo, Alemania, en julio.

Breve reseña histórica

Con la caída de la Unión Soviética en la década de 1990 terminó la confrontación de dos sistemas político-económicos y se pasó a la mundialización del capitalismo, comenzando así una acelerada apertura externa de los países en desarrollo, lo cual se vio de manera especialmente marcada en América Latina. Por un lado, el multilateralismo que se venía desenvolviendo en el ámbito del GATT logró un avance notable, consolidándose como institución a partir de la Ronda Uruguay y la creación de la Organización Mundial del Comercio. En aquel momento se produjo un ingreso masivo de los países a lo OMC.

Sin embargo, lo contradictorio es que en esa misma época comenzaron a concertarse acuerdos de integración regional alrededor de todo el mundo. Cabe mencionar  que si bien los acuerdos de integración constituyen una opción restrictiva  del multilateralismo, la OMC permite la formación de los mismos en los artículos XXIV del GATT 1994, que contienen disposiciones relativas al establecimiento y funcionamiento de uniones aduaneras y zonas de libre comercio.

Con el ingreso a la OMC, los países en desarrollo tenían expectativas de que a partir de del perfeccionamiento de los acuerdos de la Ronda Uruguay al fin se lograría,  entre otras cosas, el levantamiento de trabas a la agricultura (sobre todo los subsidios otorgados en los países desarrollados), y los países desarrollados por su parte esperaban de los países en desarrollo la reducción drástica de aranceles agrícolas e industriales y la liberalización del sector servicios. Sin embargo, años después, la Ronda de Doha, que sigue en funcionamiento, produjo un estancamiento del multilateralismo debido a las disputas norte –sur y su negativa de realizar concesiones.

Regionalismo sobre Multilateralismo

A partir del fracaso del multilateralismo los países comenzaron a elegir los acuerdos regionales, ya que estos permiten fácilmente negociar y llegar a un consenso, en cuanto es menor la cantidad de miembros respecto de la OMC. Por otra parte, los puntos a tratar tienen en consideración aspectos y necesidades más específicos de la región.

Con respecto a los países en desarrollo los mismos han encontrado en el regionalismo un instrumento en que sus intereses son mejor atendidos ya que en general se trata de países con economías similares y problemas similares. Con respecto a los países en desarrollo de América Latina, se constituyó el Mercosur, la Comunidad del Caribe y la Comunidad Andina. Los países desarrollados también se han agrupado, en función de tener un mercado al cual dirigir sus productos con alto componente tecnológico. Por otra parte han proliferado los tratados de libre comercio bilaterales en cuanto es más fácil negociar cuestiones en la que no todos los miembros de la OMC estarían de acuerdo.

Principios del comercio multilateral

En virtud de los Acuerdos de la Organización Mundial de Comercio, los países no pueden discriminar entre sus interlocutores comerciales. Esto significa que si a un país se le da una ventaja especial (por ejemplo, reducir el tipo arancelario aplicable a uno de sus productos), se tiene que hacer lo mismo con los demás miembros de la OMC. Este principio fundamental es conocido como el Trato de la Nación más Favorecida y es tan importante que constituye el artículo primero del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT).

También es un principio prioritario en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (APDIC) y se encuentra en su artículo número 4 y también en el artículo 2 del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS). Si bien en cada uno de estos acuerdos el principio es abordado de manera ligeramente diferente, los tres acuerdos nombrados anteriormente abarcan las tres esferas principales del comercio de las cuales se ocupa la OMC.

Por supuesto que como en todo principio general, son admitidas algunas excepciones. Por poner un ejemplo, los países pueden establecer un acuerdo de libre comercio que se aplique únicamente a los productos objeto de comercio dentro del grupo y a su vez hacer discriminaciones referidas a los productos de terceros países. Otro ejemplo es el caso de los servicios, donde es permitido que los países en circunstancias especiales apliquen discriminaciones, aunque los acuerdos solo las permiten con arreglo a condiciones estrictas. En general, el principio de Comercio sin Discriminaciones significa que cada vez que un país reduce un obstáculo al comercio o abre un nuevo mercado, este tiene que realizar la misma acción para los mismos productos o servicios de todos sus interlocutores comerciales sin importar su posición en el tablero mundial.

Dentro de este principio también encontramos el de igual trato tanto para nacionales como para extranjeros, lo que significa que se le debe aplicar el mismo trato a las mercancías producidas en el país que a las importadas, al menos después de que las mercancías extranjeras se encuentren en el mercado. Lo mismo debe ocurrir en el caso de los servicios tanto nacionales como extranjeros, en los derechos de autor, las patentes extranjeras y nacionales, y en las marcas de comercio o de fábrica. El trato nacional sólo se aplica una vez que el producto, el servicio o la obra de propiedad intelectual han entrado en el mercado local. Por lo tanto, la aplicación de derechos de aduana a las importaciones no constituye una transgresión del trato nacional, aunque a los productos fabricados en el país no se les aplique un impuesto equivalente.

Críticas y conclusiones

Desde inclusive antes de las históricas protestas de Seattle en 1999 contra la OMC, existen voces críticas a los organismos de Breton Woods como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional debido al establecimiento de reglas antidemocráticas, a la celebración de tratados bilaterales o regionales que sobrepasan el derecho de los gobiernos y los Estados, a la falta de transparencia y a la imposición de planes económicos y financieros que prácticamente nunca favorecen a los pueblos de los países que los aplican.

La discusión central aquí, según quien escribe, no reside en si se está a favor o en contra de la globalización o del comercio internacional, sino si se tiende a la construcción de un sistema donde impere el libre comercio (free trade) o el comercio justo (fair trade); hacia un sistema donde se destruyan millones de fuentes de trabajo a favor del capitalismo financiero o del desarrollo de unos pocos mientras que las economías regionales se ven imposibilitadas de competir en el tablero planteado debido a un ““sistema que transforma todo en una mercadería; un bosque en Brasil, una biblioteca en Filadelfia, un hospital en Alberta; tenemos que darle un nombre a ese sistema: es el capitalismo corporativo” como dijo un sindicalista norteamericano durante las protestas de Seattle.

El capital internacional concentrado tiene como máximos objetivos la liberalización económica y el corrimiento de la agenda política, cultural y social en favor del libre mercado como gran ordenador de la vida en sociedad como contrapartida de un Estado “burocrático, ineficaz e invasor” de las fuerzas productivas de los países.  En tanto y en cuánto los grandes problemas que acarrea la concentración del capital a nivel mundial no sean corregidos, lo que dijo el ateniense Tucídides en el Siglo V antes de Cristo seguirá siendo más verdadera que nunca, y mientras los ricos sigan haciendo lo que pueden,  los pobres van a tener que seguir sufriendo lo que deben.

Referencias:

Autor:

Gonzalo Fiore Viani: abogado, actualmente maestrando en relaciones internacionales en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC y cursando la Edición II del Programa Lazos Comex para consultores en comercio internacional en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad. Actualmente se desempeña como coordinador de Grupos Asociativos de empresas y escribe para distintos medios académicos.

11 de diciembre de 2017
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