¡DEMOCRACIA POR SIEMPRE!

Agustina Bonatti

 

Hacia 1982 el régimen militar que constituyó la etapa más oscura de nuestro país empezó a caer por varias causas que se fueron articulando. Es así que, en las elecciones del 30 de octubre de 1983, gana la fórmula Alfonsín – Martínez con un 52% de los votos de la mano de la Unión Cívica Radical como “el Partido de la Democracia”, frente a la fórmula peronista Luder- Bittel.

Luego de años de turbulencias hasta en los comicios, se presentaron elecciones limpias y sin restricciones que tenían dos aspectos centrales en la ruptura que representaba a nivel político y social: el fin de siete años de dictadura militar y la primera derrota electoral del peronismo a nivel nacional, debido a que en otras oportunidades había sido proscripto.

La sociedad acompañó entusiastamente esta transición hacia la democracia. Alfonsín, siendo el favorito, prometió reparar los daños causados por la dictadura y todos aquellos acumulados en décadas de inestabilidad, violencia y atropellos a nuestra Constitución Nacional. Su idea era la de una DEMOCRACIA CON JUSTICIA SOCIAL, frase que sintetizaba las tradiciones políticas populares argentinas.

Es así que, hoy, me siento y pienso en los valiosos 40 años de democracia ininterrumpida que estamos cumpliendo y me hago una pregunta que, a los tiempos de hoy, considero totalmente pertinente: ¿Qué es la democracia?

Lo primero en lo que pienso es en su etimología en griego: demos significapueblo” y kratos significa poder”. Es decir, estamos hablando del poder del pueblo. Sinceramente, no me convence esta definición, entonces comienzo a recordar que hace algunas semanas decidí realizar una especie de encuesta, precaria en cuanto a herramientas metodológicas, en dónde pregunté qué era la democracia y, sorprendentemente, la palabra que más se repitió en las respuestas fue libertad.

democracia

Y ahí es donde seguí reflexionando: poder del pueblo, libertad…

La respuesta no me podía generar mayor incomodidad, porque… ¿Cómo vemos hoy a la democracia, entonces? ¿a qué se refiere con “poder del pueblo”? Pensé que, para entenderla y ponerla en práctica, la democracia necesita de la representación, la cual se pone en evidencia a través de tres cuestiones inevitables para su funcionamiento: la competencia por el poder (kratos); lo público y, al final, pero no menos importante, algo que tomé de Cohen: instituciones que permitan la competencia y brinden las condiciones de participación y toma de decisiones.

Pues bien, este poder del pueblo se ve en la política, intrínsecamente pública y con origen en el desacuerdo. Entonces, puede ser que, nuevamente citando a Cohen, la democracia implique reconocer que existen sujetos libres e iguales, quienes expresan en el espacio público cuáles son sus ideas e intereses. Y así, a través de los mecanismos de decisión que este sistema propone, los beneficios individuales se multiplican; pasando a ser la misma democracia la que supone libertad y la hoy despreciada política la que supone la igualdad.

En este caso, la balanza se inclina más por el sistema, como una forma de tomar de decisiones caracterizada como participativo e igualitario; antes que por el resultado que se obtenga. Porque si tuviera más peso el producto, quizá solo ocuparían los puestos de poder público quienes se formen para ello. Sería un gobierno de expertos que, se supone, tomarían las mejores decisiones por todos, ya que esta sería su área de estudios. Pero no, no es así, porque con la democracia elegimos nosotros mismos los representantes a través del voto, siendo protagonistas del rumbo de nuestro destino y no dejándolo a tecnicismos únicamente. Ese voto que nos hace sentir tan libres como ciudadanos argentinos.

democracia

Democracia: reflexiones finales

Al fin y al cabo, la democracia, para mí, es eso. Se trata de las reglas de un juego, en donde los participantes somos los ciudadanos, porque de otra manera no se podría jugar; el tablero es nuestro contexto político y social, y los elementos primordiales son la igualdad y la libertad que cada uno de estos jugadores posee. Éstas tienen una relación directamente proporcional al beneficio final: mientras más de estas sustancias tienen los participantes, más grande (entiéndase como: representativo, participativo e igualitario) es el premio, pero esto depende de la toma de decisiones de cada uno en el tablero. Sin embargo, al final, somos nosotros quienes decidimos el rumbo de nuestro destino.

Todas estas acepciones (y seguramente algunas más), fueron las bases que crearon lo que tanto se anhelaba en 1983 (y hoy se encuentra tan golpeado): nuestro pacto democrático. El que no viene solo con derechos y libertades, sino también con deberes y obligaciones. El cual, ya desde aquel momento se encuentra escoltado de dos elementos infalibles: la Constitución Nacional y los Derechos Humanos.

Para concluir con todo esto, quiero decir una última cosa: somos unos afortunados de poder vivir en democracia, pero debemos recordar también que somos los responsables de asegurarla y defenderla a ultranza.

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