Uno de los grandes desafíos de la humanidad es preservar un bien tan requerido y escaso como lo es el agua dulce, ya sea en los cauces de los ríos o lagos, en los glaciares o en las napas subterráneas. En este sentido, el Acuífero Guaraní, uno de los más grandes del mundo, adquiere una relevancia estratégica clave y hoy está en la mira del Banco Mundial.
Descripción del acuífero
El Acuífero Guaraní es el tercer acuífero más grande del mundo, detrás del Areniscas de Nubia en África y la Gran Cuenca Artesiana en Australia. Ocupa 1.200.000 km2, los cuales se reparten entre Brasil, en un 70%; Argentina, con un 19%; Paraguay, que posee un 6%; y Uruguay, con un 5% del acuífero. Por el norte, toma contacto con el Pantanal brasilero, que a su vez se conecta con la Amazonia. El límite oeste en el Paraguay es difuso. En territorio argentino se estima que se prolonga en el norte hacia la cuenca del Bermejo y el límite sur es también difuso, por lo que no se descarta que continúe hacia la región pampeana [1].
Su volumen total de agua se estima en unos 30 mil km3 y las reservas explotables son de unos 2 mil km3 al año. La recarga del acuífero en los lugares en que aflora es de solo 5 km3 al año. El área más importante y fundamental de recarga y descarga es el corredor transfronterizo entre Paraguay, Brasil y Argentina, mejor conocido como la Triple Frontera. Como este reservorio de agua se halla ubicado en gran parte debajo de la cuenca fluvial del Río de la Plata, es justamente ella la encargada de retroalimentarlo, al mismo tiempo recibe aportes desde los Andes a través del acuífero Puelche [1].
Técnicamente, las disponibilidades de agua potable serían suficientes para abastecer una población del orden de los 360 millones de personas, con una dotación de 300 litros diarios por habitante. El país que más lo explota es Brasil, que abastece aproximadamente 400 ciudades del centro y sur del país. Uruguay tiene en el oeste 135 pozos públicos, y algunos se usan para la explotación termal y abastecimiento público. Paraguay tiene 200 pozos para uso humano en su región oriental, y en Argentina se explotan unas 20 perforaciones termales de agua dulce y una de agua salada en noreste del país [2].
La extensión aproximada de este sistema hídrico puede observarse en el siguiente mapa:
El rol del Banco Mundial
Ante semejante recurso estratégico, de vital importancia en un mundo con problemas actuales y futuros de abastecimiento de agua dulce, el Banco Mundial ha demostrado su interés en este inmenso reservorio. En el año 2003 la entidad organizó una reunión en Montevideo a la que asistieron representantes de países del Mercosur, ocasión en que se firmó un proyecto de Protección Ambiental y Desarrollo Sustentable del Sistema Acuífero Guaraní. El proyecto contó con aportes del propio ente crediticio y de los gobiernos de Holanda (a través del Bank Netherlands Water Partnership Program), de Alemania (por medio de la German Geological Survey), del Organismo Internacional de Energía Atómica, de la Organización de los Estados Americanos y del Fondo Mundial para la Naturaleza [2]. Según informes proporcionados por el Banco Mundial, ya se destinaron en total 27 millones de dólares para estudios y exploraciones de toda la cuenca que incluye ríos, arroyos, lagunas y esteros para elaborar e implementar en forma conjunta un marco institucional y técnico para el manejo y la preservación de este sistema [3].
Estas buenas intenciones pasarían desapercibidas si no fueran parte del típico modus operandi de la entidad crediticia mencionada en este tipo de proyectos. Su interés sería inicialmente reconfigurar el manejo de la cuenca y luego propiciar la transferencia de los servicios hídricos al sector privado. Es decir, por un lado impulsa la concentración en manos de selectos actores y, una vez asegurada, busca colocar a las multinacionales en el centro de la gestión y usufructo de tan valioso recurso; o sea, en los negocios de servicios hídricos, almacenaje, distribución, potabilización y generación de termo e hidroelectricidad [4].
Los modos de privatización
Vale recordar que existen tres formas, en líneas generales, de privatizar el agua a nivel mundial, y la mayoría de los casos involucra el aval de organismos internacionales como el Banco Mundial. En la primera forma, hay una venta total de los sistemas de distribución, tratamiento y/o almacenamiento por parte del Estado nacional. En la segunda, se hace una concesión por parte del Estado nacional para que las corporaciones multinacionales se hagan cargo del servicio y del cobro por la operación y mantenimiento del sistema en uso. La tercera, se trata de un modelo restringido en el que el Estado nacional contrata a una multinacional para que administre el servicio de agua a cambio de un pago por costos administrativos.
De las tres alternativas, por desgracia, se opta mayoritariamente por la segunda, la cual implica un despojo de tan significativo recurso donde los únicos ganadores son las empresas transnacionales y los perdedores, naturalmente, son los países poseedores de dicha riqueza. Los ejemplos mundiales de lo mencionado anteriormente son: Monsanto y Bechtel Company en EE.UU.; Suez y Vivendi en Francia; Aguas de Valencia y Unión Fenosa Acez en España; y Thames Water en Inglaterra, entre otros [4].
Conclusiones provisorias
A modo de reflexión final, no está de más decir que operativos colonialistas como el Plan Colombia, la Iniciativa Andina, el Plan Dignidad o el Proyecto Mesoamérica, tienen entre sus verdaderos objetivos la expansión militar norteamericana en América Central y América del Sur para poder controlar los recursos naturales, en especial los ríos, lagos, glaciares y aguas subterráneas desde México hasta la Patagonia argentina. En este marco, aparece como una zona muy apetecida la que rodea justamente al Acuífero Guaraní.
Para construir un consenso que ampare la decisión estratégica de Washington, los legisladores republicanos –en una maniobra conjunta con el ala conservadora del gobierno israelí– sugestivamente echaron a correr la versión de que en la Triple Frontera hay células terroristas islámicas pasivas, dedicadas al envío de dinero para financiar la actividad de los grupos armados en Medio Oriente [5]. Un argumento tan falso como la famosa presencia de armas de destrucción masiva en Irak, el cual funcionó como excusa para la invasión de dicho país y que posteriormente fue desacreditado.
Bibliografía
[1] Bruzzone, E. (2009). Las guerras del agua: América del sur en la mira de las grandes potencias, Buenos Aires: Capital Intelectual.
[2] Lilli, H. (2011). Integración Iberoamericana: una asignatura pendiente. Saarbrücken: Editorial Académica Española.
[3] “La Iniciativa del acuífero Guaraní para la gestión transfronteriza del agua subterránea”, Stephen Foster y otros, septiembre de 2006, Gestión Sustentable del Agua Subterránea: Colección de Casos Esquemáticos, Caso 9, recuperado de: http://documentos.bancomundial.org/curated/es/535131468054848807/pdf/388090REPLACEM1SPANISH0GWMATE1CP109.pdf
[4] “El acuífero Guaraní”, Gian Carlo Delgado Ramos, Enero-Junio de 2004, Edición 88, recuperado de: http://www.ambiente-ecologico.com/ediciones/2004/088_01.2004/088_Opinion_GianCarloDelgadoRamos.php3
[5] “Triple frontera, el mito de la tierra sin ley”, Mariana Carbajal, 31/12/2006, recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-78457-2006-12-31.html
Autor
Hugo N. Lilli: Politólogo y escritor.