Por Héctor Lovaiza y Florencia Mendieta
Un proverbio Intuit dice: “no se distingue a los amigos de los enemigos hasta que el hielo se quiebra”. Este proverbio engloba el nuevo, y dilatado, conflicto geopolítico entre las potencias como ser Rusia, Estados Unidos y China, aspirantes a explotar esta región, junto a los Estados árticos que bien podría ser caratulado como la nueva guerra fría.
El interés por el Ártico, y el polo norte en su totalidad es reciente, ya que el 26 de abril de 2009 esta región geográfica es atravesada por primera vez por vehículos pertenecientes a una expedición rusa. El Ártico es el área que se encuentra al norte del Círculo Polar Ártico y comprende partes de Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Noruega, Rusia, Suecia, Finlandia e Islandia, que son los ocho Estados Árticos. Es sustancial aclarar que esta definición tiene un trasfondo evolutivo recurriendo a diversos criterios hasta adquirir la importancia geopolítica esbozada en el primer párrafo.
El Ártico, a diferencia de la otra región polar, la Antártida, cuenta con una población de aproximadamente 4 millones siendo los Inuit la población mayoritaria, esta a su vez cuenta con grupos de diferentes culturas siendo las principales los Thule y los Dorset.
Todo este acervo introductorio es incompleto si no está enmarcado en el Derecho Internacional en general, y en el Derecho Internacional Ambiental en particular, rama específica caracterizada por la multidimensionalidad lo que nos lleva de manera directa al tema central de la cual emergen todas las tensiones, el cambio climático.
El Ártico y el derecho internacional público
Consejo del Ártico
El Ártico, a diferencia de la Antártida, no cuenta con un tratado que establezca reglas respecto del mismo, pero sí existen acuerdos bilaterales y multilaterales como así la Declaración de Ottawa que estableció el Consejo del Ártico. Este es un foro internacional que cuenta con ocho estados miembros: Estados Unidos, Rusia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Canadá, Finlandia y Suecia. Este a su vez cuenta con Estados Miembro observadores como China, Japón y Singapur. En este foro, los gobiernos de los Estados miembros debaten junto a las poblaciones de este espacio los asuntos que enfrenta a ambos sectores.
Derecho Internacional y cambio climático.
Desde el inicio de la era industrial, el cambio climático fue una realidad a causa de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera provocando un aumento sustancial de la temperatura en la tierra. Por tal motivo en el seno de la ONU, se adoptó en 1992 la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático”. La misma entiende el cambio climático como: “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparable”. Este es el contexto en el que se encuadra el conflicto por el Ártico, y que promete ser prolongado y agudo a medida que pase el tiempo.
Cuestiones geopolíticas
Es evidente que la acción del calentamiento global ha influenciado en la “inaccesibilidad” que caracteriza esta región tan peculiar y codiciada. El deshielo dejó al descubierto la existencia de diversos recursos naturales y rutas de navegación, los cuales podrían ser aprovechados por los Estados. Posteriormente, se analizarán los actores geopolíticos que cuentan con la mayor influencia en el continente ártico.
El Estado con más dominio en el Polo Ártico es Rusia, que sostiene firmemente que la geografía y la historia le otorgan un derecho exclusivo a predominar en la región ártica. De tal manera, Rusia se apoya en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar para reivindicar soberanía sobre el lecho marítimo ártico, la cual la considera como su plataforma continental. Asimismo, su extensión geográfica aporta a que el gobierno ruso valore a la ruta marítima del norte como un factor clave en su crecimiento económico. Por este motivo, se ha destinado grandes inversiones rusas en el Ártico, como lo es por ejemplo, la creación de la IAS Snowflake, una estación espacial rusa, la cual contará con todas las instalaciones para desarrollar investigaciones en el área, sobre el uso de recursos renovables. Además, el presidente Putin tiene previsto explotar esta región mediante un plan de inversión que algunos analistas hablan de una cifra de trillones de dólares. Cabe aclarar que con el objetivo de controlar la ruta marítima, el Estado ruso ha creado ciertas barreras regulatorias y administrativas a la navegación por buques extranjeros.
Por su parte, Estados Unidos, es un Estado ártico debido a que posee soberanía en el territorio de Alaska. Sin embargo, lo denominan el “gigante dormido”, ya que las consideraciones geopolíticas más “duras” han emanado de Rusia y China. Claro está que Estados Unidos se ha enfocado en la dicotomía que supone el cambio climático y la explotación de recursos naturales, pero la actitud china y rusa hacia la región ha influenciado en el cambio de perspectiva estadounidense. Es necesario señalar que en base a las políticas estratégicas árticas por parte de Estados Unidos, se evidencia un creciente interés en la Administración Obama, una gran desatención durante el mandato de Trump, mientras que el gobierno actual se dedica a desmantelar las acciones de su predecesor.
En lo vinculado a China, esta realizó su primera estrategia para el Ártico en el año 2018, definiéndose como un Estado “casi ártico”. Claramente, este calificativo evidencia sus intenciones en la región, aunque se encuentre un tanto alejada. El interés de esta potencia económica radica tanto en la explotación de los intereses energéticos como también en la ruta geoestratégica del nordeste y noroeste para el transporte de mercancías. Por el continente ártico, desde China hasta Holanda existe una distancia de 10.500 km, los cuales pueden ser recorridos durante 22 días. Mientras que por el Canal de Suez, la duración del tramo es del doble de tiempo. El paso nordeste es llamado por China y Rusia como la “Ruta de la Seda del Ártico”. Esta permite conectar en menor tiempo Europa con Asia.
Conviene resaltar que desde que Rusia permitió que China sea observador en los asuntos de la gobernanza de la región ártica, los intereses entre ambos Estados fueron en aumento. Mientras que Rusia posee los derechos y la voluntad para desarrollarse en el Polo Ártico, China tiene los recursos económicos y tecnológicos. Además, se han propuesto cooperar en materia de investigación científica.
Por último, uno de los actores más relevantes del Ártico es la Unión Europea, mediante Suecia, Finlandia y Dinamarca. Su política hacia la región proviene desde el año 1973, cuando Dinamarca ingresa a la Comunidad Económica Europea. No obstante, es necesario remarcar que Suecia y Finlandia no poseen litoral ártico, mientras que en el caso de Dinamarca, que era el único estado ártico europeo, el territorio de Groenlandia decidió abandonar la Unión Europea en el año 1982. De modo que la posición de la UE en el Consejo del Ártico es a modo de ser un invitado permanente a todos los foros. En consecuencia, la UE ha elegido mantener una nueva estrategia para el Ártico, la cual consiste en el Pacto Verde Europeo. El objetivo es alcanzar la neutralidad climática en 2050, así como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para el año 2030. Este se transforma en un elemento clave en la intervención de la UE en el Ártico.
Crecen las tensiones
Tal como se expresó anteriormente, el Polo Ártico está regido por lo que se conoce como el Consejo del Ártico. No obstante, es evidente que las cuestiones geopolíticas de la región influyen en que los Estados remilitaricen el Ártico. Por lo que esta situación podría agravarse producto de las tensiones entre la OTAN y Rusia, en el marco de la guerra ruso-ucraniana.
Un enviado especial de la Cancillería rusa, Nikolai Korchunov, pronunció lo siguiente: “La actividad militar se va internacionalizando. La transformación del Ártico en un teatro de operaciones militares es, desde luego, una tendencia muy alarmante”. Moscú permanece preocupada debido al latente ingreso de Finlandia y Suecia a la OTAN, debido a que estos son Estados árticos. Además, es importante remarcar que en el caso de que estos dos Estados ingresen a la Alianza Transatlántica, Rusia se encontraría sola en el Consejo del Ártico entre los Estados miembros. Klaus Dodds, un geopolitico británico, sostiene que: “Hay peligro de que la tensión vaya en aumento. Al final tendremos en el Consejo Ártico esa división de 7+1, cuando Rusia tiene la mayor capacidad militar en la región. La OTAN probablemente impulsará su presencia en el Ártico con maniobras militares, planes para compartir información sobre la zona y se asegurará posiciones. Rusia seguirá mostrándose como víctima”
En consecuencia, la guerra de Ucrania desestabiliza la región. Las sanciones económicas impuestas al Estado ruso, por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, podrían funcionar como un desencadenante a un posible conflicto por los recursos estratégicos naturales, como el gas. Este recurso es el pilar de la economía rusa, y además, sería el principal combustible a utilizar en lo que se conoce como la transición energética.
A modo de conclusión, resulta interesante señalar que la región ártica no se encuentra regulada convencionalmente, lo que potencializa una lucha de intereses entre Rusia, China y Estados Unidos. Asimismo, sí no se considera la población autóctona, esta se podría ver sustancialmente afectada ante la política agresiva de los Estados en cuestión. En estos dias, somos espectadores de una creciente militarización que comienza a ganar terreno en el Polo Norte, dejando atrás una zona que era considerada de paz.