El 31 de enero de 2020 pasó a ser una fecha clave para los británicos: a más de tres años de la firma del referéndum en donde el Reino Unido votó a favor de abandonar la Unión Europea, el Brexit se oficializa. A partir de entonces, y durante un incierto proceso de transición y negociación, un nuevo panorama internacional será configurado: la nueva relación entre estos dos actores, el rechazo escoces y norirlandés a ratificar el acuerdo y las oportunidades para América Latina.
Un fuerte euroescepticismo
Si bien el proceso de divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea tiene fecha de inicio el 23 de junio de 2016 con la firma del referéndum sobre la permanencia, su postura a lo largo de 47 años de pertenencia a esta comunidad fue distante y disidente, teniendo en cuenta, además, que no formó parte del bloque desde sus inicios. En 1957, sus seis naciones fundadoras (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo) dieron origen a la denominada Comunidad Económica Europea (CEE). El Reino Unido ingresaría a esta en el año 1973, cuando la CEE atravesaba un próspero periodo económico y la economía británica estaba estancada.
La permanencia en la Unión Europea implica la aceptación de las denominadas “cuatro libertades fundamentales”: la libre circulación de trabajadores, mercancías, servicios y capitales. Sin embargo, la motivación británica para pertenecer a esta comunidad fue siempre económica, mas no política ni territorial, pilar clave para entender su histórica relación. Algunos analistas sostienen que estas libertades coartaban la capacidad económica del Reino Unido, el motivo principal de su salida.
Fue generándose así un significativo discurso euroescéptico entre los británicos, basado en la idea que el Brexit lograría que el Reino Unido recuperase un mayor control de sus fronteras y controles migratorios, siendo que este nunca formó parte del espacio de Schengen. Con el ascenso del partido euroescéptico y de derecha UKIP en las elecciones del 2014 y con la convocatoria a un referéndum por parte del conservador y primer ministro David Cameron, el debate sobre el Brexit fue inevitable, y luego de una ajustada votación, la salida del Reino Unido de la Unión Europea triunfó inesperadamente con un 52% frente a un 48% en contra.
No solo el Reino Unido quiere independizarse
A partir del primero de febrero, y durante los próximos once meses, el Reino Unido y la Unión Europea se sumirán en un proceso de transición en donde negociarán los términos de su nueva relación, del cual se espera un tratado de libre comercio. Sin embargo, puertas adentro, Gran Bretaña tiene un gran desafío: mantener y priorizar la unidad del gran imperio.
Por un lado, la postura de Escocia como país constitutivo del Reino Unido discrepa de la del gobierno británico: los escoceses se pronunciaron a favor de seguir formando parte de la comunidad europea, logrando el resurgimiento de un histórico sentimiento independentista manifestado en encuestas realizadas luego del Brexit.
La independencia de Escocia fue siempre un tema latente tanto en el parlamento escoces como entre sus habitantes, en mayor o menor medida según la época. No obstante, no es sencillo llegar a establecerse como un país soberano e independiente. Para lograr su separación del Reino Unido, el gobierno escocés necesita tanto la aprobación del parlamento británico como del actual primer ministro y líder del Partido Conservador, Boris Johnson, quien se opone firmemente a esto, generando una fuerte rivalidad con Keith Brown, líder adjunto del Partido Nacional Escocés.
Por su parte, y paralelo a esta situación, Irlanda del Norte también se replantea su lugar en el Reino Unido: el viernes 31 de enero, la frontera que separa Irlanda del Norte de la República de Irlanda, único límite terrestre compartido entre el Reino Unido y la Unión Europea, se convirtió en el foco de manifestaciones en contra del Brexit. Entre ellas se encontraba Mary Lou McDonald, actual líder del Sinn Féin, partido político irlandés de ideología republicana e izquierdista, quien destacó que la reunificación de Irlanda es “la única y mejor manera” de permanecer en el bloque comunitario.
Con este discurso unificacioncita, el Sinn Féin se redime de su oscuro pasado en tiempos del Brexit, y no es descabellado pensar en una Irlanda unificada, esperanzada de mantener su lugar en la Unión Europea.
La futura relación que entable el Reino Unido con la Unión Europea incidirá significativamente en la relación entre los miembros del imperio, permitiendo una pacífica convivencia entre ellos, o bien socavando el poder de este último, dando pie a movimientos independentistas cada día más determinantes.
El Brexit y las oportunidades para Latinoamérica
En el siglo XXI, y precisamente en la era de la globalización, no existen hechos aislados: los acontecimientos que tengan lugar en algún punto del globo repercuten en mayor o menor medida en el resto del mundo, reconfigurando las relaciones y reorganizando sistemas vigentes. La salida del Reino Unido del bloque europeo significó, entre muchas otras cosas, la apertura de nuevos vínculos y oportunidades comerciales para el imperio británico.
Jair Bolsonaro, actual presidente de Brasil, no perdió oportunidad en ponerse en contacto con Johnson apenas transcurridas unas horas del Brexit, enarbolando la bandera del libre comercio entre el Mercosur y el Reino Unido.
Es necesario tener en cuenta que el Brexit ocurrió en un escenario de negociaciones comerciales entre el bloque latinoamericano y la Unión Europea. El fin de estas en junio de 2019, supuso el comienzo de una serie de aprobaciones que tendrá que tener el acuerdo por parte de cada miembro de la comunidad europea, incluido el parlamento europeo. Es un arduo y largo camino hasta la firma del documento, teniendo en cuenta que, desde un primer momento, el parlamento austriaco se opuso a ratificarlo. ¿Entablar relaciones con el Reino Unido entorpecerá el vínculo con el bloque europeo?
Por su parte, Argentina observa el panorama político y diplomático, y si bien no es uno de los principales socios latinoamericanos para el Reino Unido (como lo son Brasil y México), las relaciones comerciales son buenas, principalmente por el interés europeo en nuestros vinos.
Uno de los temas más relevantes sobre esta relación es el reclamo por las Islas Malvinas. En 1982, días después del estallido de la guerra, la Comunidad Económica Europea prohibió las importaciones argentinas a sus diez países miembros. En 2009, con el Tratado de Lisboa, esto se ratificaría, garantizando el apoyo del bloque en caso de reclamo de soberanía de terceros países.
Si bien el gobierno de Boris Johnson jamás aceptaría negociar la soberanía de Malvinas desde una postura débil y vulnerable, desde el 31 de enero que el Reino Unido no cuenta con este paraguas político y diplomático que lo respaldaba, y teniendo en cuenta su inestable situación respecto a los ánimos independentistas surgidos en Escocia e Irlanda del Norte, el gobierno de Alberto Fernández, como ya se insinuó, podría retomar el debate sobre la soberanía de las islas.
Consideraciones finales
El Leviatán que nos retrata Thomas Hobbes, nos muestra un monstruo invencible y supremo, un monstruo cuya “grandeza y poder resultan imposibles de concebir” (Hobbes, 2013: 18). Este ser, justificación de un Estado absolutista del siglo XVII, acaba de abandonar uno de los experimentos de integración regional más importantes de la historia, sin contar que pone en juego la estabilidad de un poderoso e histórico imperio como lo es el británico, dueño de los mares desde hace siglos.
Muchos interrogantes se abren ahora que el Reino Unido no es más un miembro de la comunidad europea. ¿Cuál será la situación de los estudiantes y trabajadores europeos radicados en el Reino Unido? ¿Es posible que el Brexit motive a otros países a imitar los pasos del Reino Unido si este demuestra prosperidad y estabilidad fuera del bloque? ¿Los territorios de ultramar y dependencias de la Corona británica en desacuerdo con el Brexit encontrarán motivos para independizarse? Para conocer estas respuestas, habrá que esperar al menos un año, período en el cual el Reino Unido y la Unión Europea se definirán como amigos y socios comerciales o como completos desconocidos.
Bibliografía
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Autora
Eugenia Casas: Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales y Ciencia Política en la Universidad Católica de Córdoba. Interesada en medioambiente, cultura y geopolítica latinoamericana.