En los últimos años se ha visto el surgimiento de fuerzas extremistas y populistas que ponen en peligro los ideales socialdemócratas que han existido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Luego de la crisis del 2008 las sociedades se transformaron, así como sus líderes políticos, y la xenofobia y el ataque contra los valores democráticos se está convirtiendo en moneda corriente.
Introducción
Los más prestigiosos periódicos y centros de estudio del ámbito de las Relaciones Internacionales vienen vaticinando hace unos años la caída del multilateralismo y el resquebrajamiento del orden internacional liberal, imperante desde el fin desde la Segunda Guerra Mundial.
Es verdad que vivimos en un mundo más complejo que hace diez años. En diferentes partes del planeta están surgiendo y han surgido movimientos antiglobalización que han logrado instalar en el ejecutivo a su líder político.
La crisis financiera de 2008 genero un punto de inflexión para un planeta que se estaba volviendo cada vez más interdependiente y más conectado gracias al surgimiento de las nuevas tecnologías y el crecimiento de las redes sociales.
Luego de la explosión de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, que comenzó a generar una onda expansiva a nivel mundial, empezaron a marchar por las calles cientos de personas en contra del sistema político y económico vigente. Estudiantes y obreros marcharon por las calles de Madrid, Nueva York, Boston, Londres, Atenas y Hong Kong en contra de la desigualdad económica, de ese 1% que parecía dominarlo todo.
Estas movilizaciones masivas que surgieron en un contexto de crisis del sistema internacional y del liberalismo tanto económico como político se estructuraron, en algunos casos, en partidos políticos, partidos de ese establishment por el cual se había marchado en contra, con la idea de cambiar el sistema desde adentro.
Desarrollo
Las crisis sacan lo mejor y lo peor del ser humano. Sumado al derrumbe financiero en Occidente, en Medio Oriente se empezó a gestar un esperanzador cambio de época. Miles de ciudadanos de países dictatoriales y de carácter autoritario salieron a las calles para pedir un cambio de régimen. La Primavera Árabe, terminó siendo, lamentablemente, un invierno eterno que solo Túnez pudo enfrentar. En Egipto hay un régimen militar y autoritario nuevamente, Libia sigue sangrando y las autocracias del golfo siguen bien asentadas. En Siria la sociedad se sumó al movimiento regional e intento cambiar las cosas. Siete años después, Siria sigue herida, la guerra civil continúa y no parece que vaya a terminar próximamente. Alrededor de medio millón de personas han perdido la vida y más de 5 millones de sirios se convirtieron en refugiados de la noche a la mañana.
Europa ve al futuro repetir el pasado. En el siglo XX, el continente, tras una guerra catastrófica y una gran crisis económica, terminó siendo regido por regímenes dictatoriales y racistas que lo llevaron a caer nuevamente en el fratricidio y la muerte.
La crisis generó, por un lado, movimientos políticos nuevos en los sistemas políticos bipartidistas anticuados. En España surgió Podemos, de izquierda, y Ciudadanos, de centro derecha, con la intención de cambiar el bipartidismo clásico del PP y el PSOE; tras una debacle financiera, los griegos llevaron al poder a SYRIZA, una coalición de izquierda antiestablishment; y en Italia se dio la irrupción del Movimiento Cinco Estrellas.
Y, por otro lado, con la crisis empezaron a surgir líderes de corte más reaccionario en varias partes del globo, que despotricaban contra la globalización y el multilateralismo. Decían que los centros financieros y las capitales habían olvidado a las clases trabajadoras. Les hablaban a esas poblaciones del sur o del centro del país que habían visto cómo sus fábricas huían por la deslocalización financiera a países donde la mano de obra era más barata. Pero no solo decían esto, sino que buscaron un nuevo chivo expiatorio, como en los años 30, un culpable de todos los males de la sociedad. Las minorías volvieron a estar bajo el ojo de la tormenta, nuevamente, en gran parte de Europa y los Estados Unidos. Como suelen afirmar los sectores xenófobos, los extranjeros son: “los migrantes que vienen y nos sacan el trabajo”, “los musulmanes que no se adaptan a nuestras costumbres”, etc.
La extrema derecha vuelve a caminar y a asentarse en el mundo. Estos movimientos que durante años fueron marginales empiezan a tener representación política. El globo que creíamos cada vez más interdependiente está cada vez más fragmentado.
El proyecto europeo que había logrado décadas de paz en el continente se empieza a resquebrajar tras la crisis financiera y migratoria de los últimos años. Gran Bretaña decide abandonar la comunidad después de años de cooperación. En Francia el Frente Nacional sale segundo en las elecciones presidenciales. En Italia un partido xenófobo forma parte de la coalición gobernante. Los Países Bajos estuvieron a poco de tener a un Primer Ministro abiertamente islamófobo y España, que parecía el último bastión defensor del multilateralismo, vio cómo un partido que reivindica la dictadura franquista sacó el 10% de los votos en las elecciones de Andalucía.
En Europa oriental, en Hungría y Polonia particularmente, se asientan líderes autoritarios que reniegan de una Europa multicultural y multiétnica y no permiten la entrada de refugiados, lo cual resulta paradójico porque estos países fueron los más ayudados por Bruselas luego de su independencia en los años noventa, los que menos refugiados recibieron y los mismos que en algún momento tuvieron que huir por la guerra y el autoritarismo y fueron recibidos con los brazos abiertos por diversos países.
Rusia sigue estando gobernada por el mismo mandatario que hace 18 años, el cual ha iniciado guerras con sus países vecinos en pos de recuperar una zona de influencia que veía que estaba siendo perdida ante el avance de la Unión Europea y la globalización. Georgia y Ucrania siguen sangrando debido al accionar de Vladimir Putin.
China está cambiando las reglas de juego y se posiciona, junto con los Estados Unidos, como uno de los países más importantes del mundo. Miles de chinos empezaron a formar parte de la clase media en los últimos años y Beijing se está volviendo la capital del mundo, convirtiéndose en el principal inversor de los países en desarrollo y un atípico defensor del multilateralismo y el comercio internacional.
El ganador de la Guerra Fría, el país que había logrado “el fin de la historia” e iniciado una nueva era de paz y de expansión del multilateralismo y del liberalismo, ha cambiado. Llegó al poder de los Estados Unidos un líder antiestablishment con un discurso antiinmigración, con críticas directas a las organizaciones internacionales y al multilateralismo como lo conocemos. Por su parte, América Latina parecía tan lejos de todo y tan cerca a la vez. Llegamos al 2019 con un Brasil liderado por una persona que reivindica la dictadura militar que vivió su país, que reniega del cambio climático y niega la efectividad de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y el Mercosur.
Venezuela está en llamas, vio la salida de 3 millones de compatriotas debido a la debacle económica que está viviendo y al aumento de la inseguridad. Caracas se vacía mientras sus líderes viven en una realidad paralela. Mientras tanto, en México cae nuevamente el partido hegemónico tras años de corrupción y guerra y surge un líder atípico de corte populista con muchos desafíos por delante. Por su parte, en Bolivia su líder político se quiere eternizar en el poder después de haber rechazado al voto de su pueblo por su no permanencia en el cargo.
El futuro es gris, como lo es la historia. Por un lado, tenemos una Italia fragmentada por los partidos antisistema y xenófobos. Por el otro lado, tenemos a los Países Bajos que le dijeron que sí al centrismo contra la extrema derecha, una Francia que se unió para parar el resurgimiento del Frente Nacional y una Bolivia que votó decidida en el Referéndum Constitucional de 2016 para evitar el intento de perpetuidad en el poder de su presidente.
Conclusiones
Estas tendencias internacionales resuenan en nuestra región lentamente, se transportan del centro de poder a otras partes del mundo. Por un lado, parecía que mientras Europa sangraba con el Brexit y resurgía la extrema derecha, veíamos a una América Latina centrista y social demócrata, con líderes que creían en el multilateralismo y el beneficio de la cooperación como elemento de transformación después de años de gobiernos corruptos que tenían intenciones de perpetuarse en el poder. Pero en el 2018 empezó a llegar también el cambio en nuestra región y hay un resurgimiento tanto de la extrema derecha como del populismo entendido en su sentido más amplio.
Como dije al principio, sin dudas que vivimos en un mundo complicado donde el centrismo y las ideas de libertad, justicia e incluso la democracia como tal están en peligro. Los países baluartes de la socialdemocracia y del respeto entre los pueblos están intentando sobrevivir ante un resurgimiento del fascismo y del populismo extremista. Por eso es importante, hoy más que nunca, involucrarse en la sociedad en la que vivimos para no perder lo que hemos conseguido después de tantos años de trabajo. Aun las fuerzas democráticas tienen peso en la sociedad y el multilateralismo sigue siendo apoyado por gran parte de la población como el mejor medio para solucionar los conflictos. La creencia en el derecho internacional y en la efectividad de los organismos internacionales ha sido puesta en duda por las fuerzas antisistema, pero las cumbres internacionales y el diálogo como herramienta de cambio siguen siendo determinantes en el sistema internacional.
Bibliografía
- “How Democracies Die”, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, 2018, Estados Unidos, Editorial Crown
- “Fascism, a Warning”, Madelaine Albright, 2018, Estados Unidos, Editorial Harper Collins.
- “The Road to Unfreedom”, Timothy Snyder, 2018, Estados Unidos, Editorial Tim Duggan Books
- “On Tyranny. Twenty Lessons from the twentieth century”, Timothy Snyder, 2017, Estados Unidos, Editorial Tim Duggan Books
Autor
Dylan Bokler: Estudiante avanzado de la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador y Abogacía en la Universidad de Buenos Aires.
Este escrito fue seleccionado por Córdoba Global en el marco de la 1° edición del concurso de artículos “Pensando al mundo”: Mención especial de la categoría Sociedad.