Por Yésica Barotto
Introducción
En un mundo cada vez más consumista y desarrollista, las problemáticas ambientales ocupan hoy un lugar central dentro de la configuración de la agenda estatal. De esta manera en los últimos años se observa una profunda preocupación por parte de los gobiernos, en el diseño y puesta en marcha de políticas públicas que no solo buscan mitigar la causa de las mismas, sino también propiciar una responsabilización del problema aplicando estrategias de adaptación.
Sin embargo, llevar a cabo políticas públicas ambientales pueden resultar ser un gran desafío debido a las restricciones cognitiva de las personas; sus interés particulares -sean estos sociales, políticos, económicos, culturales-; la escasa información que posee la sociedad al respecto de las causas o las consecuencias capaces de producir un problema ambiental; la existencia de problemas urgentes como en el caso de Argentina es la inseguridad o la economía, que hacen que los temas ambientales parezcan cosas triviales o postergable, entre otras cuestiones. Por otro lado, si un gran porcentaje de la población tiene mala predisposición para con el gobierno en general, todo ello se convierte en una lista interminable de obstáculos que afecta al desarrollo de cualquier política que decida el gobierno.
La importancia de la comunicación gubernamental en la construcción de una imagen institucional exitosa
De esta manera la comunicación de gobierno se adentra como actor fundamental dentro de toda agenda pública estatal. Pues es esa labor y el equipo encargado de la misma quienes posicionan al gobierno cómo legítimo frente a los gobernados, y en consecuencia se transforma en el engranaje fundamental en la ejecución de políticas públicas ambientales.
Es el área de comunicación la que tiene en su poder el trabajo estratégico sobre: “qué” mensaje o contenido corresponde trasmitir como gobierno en determinada temática; definir el “quién” es decir el público objetivo al cual debe llegar de forma clara y explícita ese mensaje; y el “cómo” se llevará a cabo esa comunicación, a través de qué canales o medios se va a realizar, con qué narrativa, y en qué plazos -entre otros elementos esenciales- para conseguir construir una imagen institucional eficiente, y con ello la legitimación de igual modo de sus políticas ambientales.
Mario Riorda, de hecho, define a la comunicación gubernamental como “el método a través del cual un gobierno democrático intenta hacer explícitos sus propósitos u orientaciones a la opinión pública para obtener apoyo o consenso en el desarrollo de sus políticas públicas” (Riorda, 2006, p. 7).
Comunicar lo ambiental: una tarea de transformación en la sociedad
En consecuencia, si la estrategia de comunicación es fundamental para el gobierno en general, cuando se trata de lo ambiental se vuelve aún más indispensable. Una buena estrategia de comunicación en la ejecución de políticas ambientales será capaz de crear una conciencia colectiva que a través de acciones individuales despierte interés por mitigar el problema ambiental que corresponde a ese territorio, e incorporar hábitos al largo plazo más sostenibles y saludables con el entorno, transformando la cultura en la que la sociedad se desarrolla. La comunicación es una dimensión que pertenece y es parte misma de la cultura. Cómo sostiene Martin Barbero (2008), esta última existe y vive en la medida en que se comunica.
Ahora bien, vale destacar que en el mundo actual las redes sociales se han convertido en un gran aliado para difundir y educar sobre los desafíos ambientales que enfrentamos en el presente y los que deberemos afrontar en un futuro cercano. Estas plataformas digitales permiten que el mensaje llegue a un público mayor y de todas las edades logrando que la difusión de políticas ambientales se ejecute de manera rápida y efectiva; además al permitir realizar respuestas, compartir, y replicar ese contenido ambiental entre los distintos usuarios, estimula una participación activa de la audiencia. Todo esto permite entonces concretar un objetivo mayor: que es movilizar a la sociedad y que estas generen y fomenten acciones concretas en beneficio del ambiente.
Por consiguiente, no es abrupto sostener entonces que comunicar lo ambiental está íntimamente vinculado con la educación ambiental. En esta línea, la primera transmite conocimientos e información a los ciudadanos correspondiente al medio ambiente (cambio climático, calentamiento global, causas y consecuencias, precauciones, políticas, leyes, hábitos sostenibles, etc). Ambas herramientas son capaces de transformar gente desconocedora de la temática, en personas participativas e involucradas, facilitando profundamente el paso a la acción, a la concientización ambiental.
Es en este punto de encuentro entre la comunicación y la educación en donde se conforma un consenso sobre el importante rol que tienen ambas áreas en la legitimidad de un gobierno que propicia recrear políticas ambientales en su territorio. “La comunicación ambiental va mucho más allá de la simple difusión de contenidos relacionados con el medio ambiente. Tiene el mismo objetivo que la educación ambiental -adquirir aptitudes y conocimientos que efectúen un desarrollo sostenible y responsable de las personas-, al que se suma una función divulgativa, concienciadora y transformadora”.
Bibliografía:
- López Leonado, (2023). “La comunicación ambiental en la era digital: el papel de las redes sociales”: https://infosurenlinea.com.ar/la-comunicacion-ambiental-en-la-era-digital-el-papel-de-las-redes-sociales/
- Quiroga, Sergio (2021) “Comunicar Medioambiente. Políticas Públicas en acción”. Publicado en la Plataforma de información para políticas públicas de la Universidad Nacional de Cuyo: http://www.politicaspublicas.uncu.edu.ar/articulos/index/comunicar-medioambiente-politicas-publicas-en-accion