Irán: ¿Un liderazgo en ascenso?

El acuerdo entre Irán y el Grupo 5+1 (los países del Consejo de Seguridad más Alemania) firmado en 2015 marcó un gran paso en las relaciones entre Washington y Teherán, consolidando la posición geopolítica de la teocracia chiita en detrimento de sus grandes rivales regionales, como Arabia Saudita, Turquía e Israel. Pero ¿es realmente Irán  la nueva potencia hegemónica de Oriente Medio?  

Un breve repaso histórico

Sin lugar a dudas, Irán se ha caracterizado por ser un país de contradicciones: su gobierno se jacta de funcionar bajo un modelo democrático, pero al mismo tiempo el poder está controlado por el líder supremo, un jefe de Estado religioso que toma las riendas de las decisiones políticas. Este sistema de gobierno comenzó con la Revolución Islámica de 1979 a raíz del desmoronamiento de la dictadura del shá Pahlaví, una dinastía apoyada por Estados Unidos e Inglaterra. El ascenso internacional de los chiitas significó para Estados Unidos que la República Islámica se sumara a la lista de sus mayores enemigos. Pero esta nefasta relación se agravó cuando Irán decidió crear bombas nucleares. En respuesta, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aplicó duras sanciones económicas, lo que devino en una crisis para el país, que no podía importar tecnología para la extracción de crudo. En consecuencia, se convirtió en una potencia petrolífera aislada con un producto bruto interno sumamente pobre.

Obama y Rohaní establecen un nuevo vínculo

En el año 2013 el reformista Hasán Rohaní fue elegido presidente luego del auge de la Primavera Árabe. En cierto punto, esto fue bien visto por Washington ya que Rohaní abogaba por una política exterior flexible con Estados Unidos. El acuerdo nuclear, que implicaba la reducción del enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de sanciones internacionales, significó el fin de la ruptura de relaciones que se produjo entre ambos países en 1979.

Desde la Revolución iraní, Washington ha tenido en la mira a Teherán por ser patrocinador de grupos radicales anti occidentales como Hezbolá en Líbano o Hamás en Palestina, además de su ferviente apoyo al gobierno chiita de Bashar Al Asad en Siria. Pero la verdad es que el punto más preocupante ha sido la gran riqueza natural de Irán: posee la cuarta reserva de crudo más grande del mundo y es el segundo con mayor reserva en lo que respecta a gas natural. La explotación de estos recursos hace que los líderes iraníes no se preocupen por quedarse sin fondos para seguir solventando células terroristas. Esto genera constantes conflictos con Arabia Saudita, quien todos los años gasta millones en lobistas para influir a políticos estadounidenses para que no mantengan una buena relación política y económica con Irán.

Hasán Rohaní

Eje chiita versus Estado Islámico

Uno de los detonantes para firmar el acuerdo nuclear fue la financiación y apoyo de Arabia Saudita al Estado Islámico para contener el poderío iraní. Es por ello que Obama buscó un acercamiento con el gobierno de Rohaní, lo que significó una señal de alerta para Arabia Saudita por su rechazo a combatir al terrorismo sunita.

El temor a una victoria del Estado Islámico ha empujado a Washington a moderar sus demandas frente a Irán, sobre todo en materia nuclear, lo que permitió el acuerdo.

Postura de Trump con respecto al acuerdo

Con la presidencia de Donald Trump, el panorama del liderazgo iraní se torna borroso: los republicanos consideran que el levantamiento de sanciones permitirán a Irán ser la potencia hegemónica en Oriente Medio.  A esto se le suma el escaso control del flujo de fondos enviados por Estados Unidos. Irán recibe miles de millones de dólares por este pacto, los cuales no son destinados a infraestructura o industria, sino que son utilizados para financiar a grupos radicales y apoyar militarmente a gobiernos chiitas como los de Irak y Siria.

Es por ello que, como una estrategia de contención, Trump ha decidido mantenerse en el acuerdo, pero con la condición de endurecer sus exigencias en cuanto a su cumplimiento.

Fuente: www.razon.com.mx

Irán está ganando influencia en Oriente Medio

La política exterior iraní en la región se ha basado en la identidad chiita y en la formación de un frente de rechazo a Israel y a Occidente. Con las nuevas conflictividades pos Primavera Árabe, Irán supo ocupar un lugar central en las estrategias regionales: en Líbano la influencia del Hezbolá ha generado que sea una zona de paso de armas para la guerra siria, impidiendo su neutralidad; la supervivencia del gobierno chiita iraquí persiste gracias a las milicias iraníes; en Yemen el apoyo a movimientos políticos chiitas ayudó a consolidar su proyecto geopolítico; y finalmente, su apoyo a Bashar Al Asad ha generado que, ante el temor del ascenso al poder de grupos sunitas extremistas, se vea como la opción más viable (para las potencias occidentales) su permanencia en el poder.

Conclusión

Finalmente, podemos decir que el gran liderazgo de la República Islámica se ve inmerso en un mar de incertidumbres: si bien Trump se mantiene en el acuerdo nuclear, le rinde cierta pleitesía a Arabia Saudita y a Israel, lo que genera una lucha de intereses entre los países de Oriente Medio. Por otro lado, se suma el futuro incierto del conflicto sirio donde los países de ambos bandos (a favor o en contra de Al Asad) buscan su propia hegemonía.

Esto configura un Irán cada vez más sólido fomentando una política de equilibrio con Occidente y que a su vez pisa fuerte con una coalición afín a sus ideologías e intereses, donde la pérdida de un aliado significa la caída del eje.

Bibliografía

 

Autora

Florencia Herrería: Estudiante avanzada de Relaciones Internacionales por la Universidad de Congreso. Voluntaria legislativa en Municipio de Godoy Cruz. Alumni AIESEC en Mendoza.

 

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