El debate migratorio dentro de las fronteras de Estados Unidos ha sido siempre un punto de rivalidad entre los partidos políticos y un juego de fricción a la hora de tomar decisiones. Con la llegada de la globalización se incrementó el número de migrantes provenientes de los Estados más vulnerables de Latinoamérica, los cuales han buscado refugiarse en una tierra de abundancias. De ello han dependido las diversas medidas que la administración norteamericana ha tomado para intentar regularizar los flujos migratorios a lo largo del tiempo. En la actualidad, con la administración de Donald Trump, esta problemática no ha dejado de ser prioridad en la política interna.
El debate de la política migratoria ligada a la política exterior en la era Obama
La cuestión migratoria no es mero asunto de manejo interno, sino también una consecuencia de la política exterior de un Estado. Los porcentajes de inmigrantes en el gigante norteamericano son relevantes y generan gran repercusión. A fin de destacar uno de los casos más prominentes, la Organización Internacional para las Migraciones considera que llegan a Estados Unidos hasta casi doce mil extranjeros guatemaltecos por año. Ello trae aparejado diversas consecuencias tanto a nivel económico como social. Por un lado, se presenta una situación de fuga de capitales, debido al envío masivo de remesas a ciudadanos de los Estados de origen. Por otro lado, se ha vuelto preocupante el incremento de la trata de personas en las fronteras estadounidenses de la mano del crimen organizado. Por último, pero no menos importante, el factor trabajo se ve impactado debido al sustento de la mano de obra extranjera que desplaza a la mano de obra nacional.
La historia que azotó a Estados Unidos en el inicio del nuevo siglo generó que el gigante norteamericano imponga una mirada de desconfianza hacia el resto del mundo. Por este motivo, tanto la política interna como la externa se enfocaron en resguardar la seguridad nacional, lo que impactó directamente en la restricción de la entrada de inmigrantes. Con la llegada de Obama en el año 2009, la agenda de Estados Unidos se concentró en incluir nuevos temas, como la política migratoria. Desde la Casa Blanca se dejó entrever uno de sus intereses primordiales como potencia: garantizar la seguridad del Estado a través del control fronterizo. Así fue como en la administración de Obama se retomó esta cuestión relegada: la posibilidad de regularizar los flujos migratorios por medio de las buenas prácticas.
La nueva era Trump
En una etapa de creciente intercambio de culturas, pero con rechazo a lo extranjero, decrecen las posibilidades de encontrar mejores oportunidades para los migrantes que huyen de las crisis humanitarias. Con la llegada de Donald Trump al poder, dichas posibilidades se redujeron aún más, no sólo para quienes buscaban ingresar a Estados Unidos, sino también para aquellos que ya residían en territorio norteamericano.
El debate migratorio hoy, se centra en continuar defendiendo lo propio, lo nacional, en dejar de lado las necesidades ajenas y proteger la seguridad del Estado ante todo. En contraste con el desvanecimiento de fronteras, se imponen políticas más duras para el ingreso de latinoamericanos. La discusión se impone entre demócratas y republicanos en un intento de equilibrar intereses sobre dos ejes polarizados: una solución para aquellos indocumentados que llegaron a Estados Unidos de niños y una inversión millonaria para la construcción del muro fronterizo con México.
Desafíos de fondo
Como conclusión, se plantea que el punto de partida de esta problemática se revela en la situación interna de los países migrantes. Si bien años atrás se intentó promover la implementación de acuerdos de cooperación para ayudar a Estados en emergencia (como algunos situados en el Caribe y América Central), dicho avance dio un gran retroceso con la suspensión de los convenios por parte del nuevo mandatario, Donald Trump.
Llevó un tiempo para que Estados Unidos se adaptara a una apertura de fronteras e impulsara una red de cooperación de asistencia financiera para contrarrestar la crisis migratoria; sin embargo, el panorama volvió a revertir su objeto. Lo que queda pensar es: ¿qué nos deja la globalización hoy en materia migratoria? ¿Qué están dispuestos a arriesgar los Estados para salvaguardar sus propios intereses? ¿Enfrentarán la globalización en detrimento de los Estados más débiles?
Bibliografía
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- Mármora, L. (2003). Las Políticas de migraciones internacionales. Buenos Aires, Argentina: Paidos Ibérica.
Autora:
Estudiante de Relaciones Internacionales en Universidad Siglo 21. Coordinadora en INFOSSEP – Municipalidad de Córdoba. Pasante en Bolsa de Comercio de Córdoba por medio del Programa Integral de Becas para Internacionalistas de la Provincia de Córdoba. En especialización de temáticas inherentes al desarrollo social de la región latinoamericana.
