La producción agrícola para Ameríca Latina 2030

Por Yesica Barotto

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, fueron declarados oficialmente en 2015 junto con el Acuerdo de París, imponiendo en la Agenda internacional la cuestión ambiental. Éstos tienen como propósito, lograr avances en la lucha contra el cambio climático, un fenómeno que está en plena ejecución, y afecta al mundo entero, en todos sus ámbitos. Lo que define a la problemática ambiental como transversal. Por consiguiente, el fin de éstos es lograr insertar en el mundo, una lógica de Desarrollo Sostenible. En donde la especie humana pueda satisfacer sus necesidades, sin dañar considerablemente al medio ambiente, ecosistemas, y los recursos naturales, base de todas las formas de vida presentes, y futuras.

El marco de produccion agricola en la region

Ahora bien, en contexto de América Latina, se puede resaltar que ésta, atraviesa situaciones complejas, puesto que se encuentra altamente expuesta, vulnerable e impactada por el cambio climático. Además de que la región se caracteriza por llevar a cabo actividades que inciden en aquel fenómeno, como son el crecimiento poblacional, los cambios de suelo, deforestación, pérdida de biodiversidad, degradación, entre otros. Para entrar más en detalles, Latinoamérica, es reconocida en el mundo, principalmente, por su amplia producción de alimentos, la agricultura y la ganadería. Por lo cual, el sector agrícola, es eje central de la economía, un activo altamente estratégico de la región.

Dicho esto, existe de tal manera, un innegable vínculo entre el cambio climático y el sector agrícola. Uno, el cual, cuenta con un doble sentido: por un lado, el cambio en el tipo de suelo para la producción agrícola conlleva a un intenso desgaste ambiental; empero, las consecuencias del cambio climático impactan de manera directa sobre la agricultura, puesto que distorsiona la magnitud y el momento de ocurrencia de las precipitaciones, y de las temperaturas afectando a aquella, consecuentemente y comprometiendo la seguridad alimentaria de la población mundial.

De allí que se habla de una cuestión de círculo vicioso, puesto que necesitamos de la producción alimentaria para subsistir, pero si se continúa con algunas de las prácticas que en ella se ejecutan, ya no se podrá asegurar el propio capital de trabajo para aquella (la tierra).

Fuente:(EOS Data Analytics)

Reflexionemos un poco

A lo que apunta esta reflexión de carácter crítico, es incitar poner en debate la cuestión, que los propios gobiernos de la región reflexionen al respecto, para que consecuentemente se invierta y se ejecute sobre soluciones racionales tanto económica, como ambientalmente. En primer lugar, porque no es factible pensar solo en presente, si la sociedad crece constantemente, es menester pensar en las generaciones futuras, en su seguridad alimentaria, y para ello se necesitan de los recursos del suelo.

En segundo lugar, se debe ser realista y afrontar razonablemente el problema, pues lógicamente las personas precisamos de alimentos, y de la producción de ellos para subsistir. De hecho, cifras de Naciones Unidas, sostiene que la población mundial crecerá en 1.000 millones para el año 2030, lo cual significa un aumento en la demanda de alimentos. En consecuencia, la FAO (Food and Agriculture Organization), estima que para el año 2050 se deberá producir un 49% más de alimentos, que, en 2012, para lograr abastecer la demanda de esa población creciente.

Las actuales vías que debemos transformar

Hasta la actualidad, los dos elementos que han provocado un aumento en la producción de alimentos son dos: las mejoras en las tecnologías disponibles o existentes, y el aumento de la frontera agrícola (deforestación). No obstante, ese sistema actual de aumento de alimentos, en cuanto expansión de fronteras agrícolas (deforestación), no es viable ni sostenible. Además, los bosques son sumideros de carbono por naturaleza, colaboran con la mitigación de los efectos que puede tener el cambio climático, en consecuencia, permitir la deforestación descontrolada, significa consentir la destrucción de fuentes naturales que absorben los gases de efecto invernadero.

En lo que respecta, a la tecnología aplicada en la producción agrícola, ella cuenta con múltiples beneficios. No obstante, su mal desarrollo, implica serios problemas. Por ejemplo, si se sobreexplota la tierra sin tener en cuenta aspectos fundamentales de su funcionamiento natural, (como es la aplicación de la técnica de rotación de cultivos) con el único fin de obtener mayores ganancias económicas a corto plazo, ello comenzará a producir un proceso de desertificación, provocando que esa tierra, al tiempo, deje de ser apta para dicha actividad.

En tercer lugar, y no por ello menos importante, los mismos ODS establecen que se precisa poner “fin a la pobreza”, como también “al hambre, logrando una seguridad alimentaria”, (en consecuencia, una mayor producción); empero de un modo en donde no se promueva un uso sostenible y responsable de los recursos del suelo, frenando por completo la degradación de las tierras, y a la pérdida de la biodiversidad, causada generalmente por la deforestación.

¿Cómo América Latina, con su tradicional modelo de producción de alimentos, puede trabajar en pos de la Agenda 2030, sin perjudicar su propia economía?

La respuesta no es sencilla, pero lo que aquí se intenta dar a conocer como respuesta es que existe la posibilidad, y no es utópica, por el contrario, es racional. No obstante, se trata de una transición que llevará tiempo adaptar por completo, empero es menester que su inicio sea de manera urgente, puesto que ya atravesamos las consecuencias del cambio climático. Una respuesta, desde una visión ambiental, y adaptable no sólo a las economías, sino también a los sistemas políticos latinoamericanos, es abordando la sostenibilidad: promover, de manera conjunta, el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental, lo que produce en consecuencia el bienestar social. En otras palabras, es indispensable la aplicación de un enfoque sistemático, integral y holístico, que suponga planificar a largo plazo (pensando en las generaciones futuras), esa es la clave.

Aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y producción, que contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortaleciendo la capacidad de estos para la adaptación al cambio climático, y a los fenómenos meteorológicos extremos, mejorando progresivamente la calidad del suelo y la tierra. Mantener la diversidad genética de semillas, plantas cultivadas, y animales de granja, mediante una buena gestión y diversificación de los bancos de aquellas.

Se precisa de manera inmediata, que la cuestión comience a debatirse, y se imponga en las agendas de gobierno. Para consecuentemente, aumentar las inversiones, incluso mediante una mayor cooperación internacional, en la infraestructura rural, la investigación agrícola, y los servicios de extensión, el desarrollo biotecnológico y los bancos de genes de plantas y ganado a fin de mejorar la capacidad de la producción agrícola en los países en desarrollo. Empero, sobre todo y ante todo esto es indispensable detener, urgentemente, la deforestación, pues los recursos no son infinitos, son limitados.

Se debe comenzar a ejecutar la creación y aplicación de tecnologías, con una visión sistemática. Para una intensificación agrícola positiva, es menester contar con una nueva base tecnológica que no cause daños irreversibles al medio ambiente. En algunos casos, este tipo de base ya está en evolución, sin embargo, sin el acompañamiento político es dudoso que su impacto sea significativo. De hecho, existe acuerdo, por parte de la población científica, que los desarrollos en biotecnología conllevan a beneficios potenciales para la región y el mundo. Ellos pueden hacer posible que se eludan muchos de los factores que limitan la posibilidad de alcanzar incrementos de producción, al tiempo que se mejoran los manejos de los recursos ambientales.

Fuente: (Agricultura.com)

“En la actualidad, ya se cuentan con algunos avances que van apareciendo en el mercado, como son nuevas vacunas animales, insecticidas microbiales y aplicaciones a la industria de alimentos, por ejemplo: pruebas rápidas de contaminación, enzimas modificadas genéticamente, sabores de alimentos, procesos de fermentación controlados, etc.” (Eduardo J. Trigo: 2020)

Asimismo, la identificación de genes resistentes a plagas y enfermedades avanza rápidamente. Se estima que, en los próximos años, productores más avanzados tecnológicamente, probablemente utilizarán variedades de soja, algodón, girasol, y papas resistentes a las plagas y enfermedades. En fin, la biotecnología jugará un rol creciente a medida que sus productos y tecnologías ingresen al mercado.

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

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