Por Sabrina Moyano.
En el escenario mundial contemporáneo, podemos destacar a las organizaciones internacionales como uno de los pilares más importantes que sustentan las relaciones entre las naciones. El nacimiento de las mismas, se remonta a la urgencia y necesidad de construir mecanismos para prevenir conflictos a gran escala y, a su vez, para fomentar la cooperación entre los Estados.
De tal forma, desde su surgimiento, a mediados del siglo XX en el contexto post Segunda Guerra Mundial: las organizaciones internacionales han ejercido un papel fundamental para la transformación, configuración y evolución del orden mundial. En donde, estas entidades han adquirido una significativa influencia en diversas cuestiones a nivel internacional.
El impacto de los beneficios y desafíos de las organizaciones internacionales.
Las organizaciones internacionales cuentan con diversas funciones y objetivos que sirven para abordar variedad de imperativos y problemas de magnitud global, en donde podemos mencionar: la promoción de la paz y seguridad; la cooperación social, cultural y económica; la importancia y lucha contra el cambio climático y la pobreza; como también los foros para el diálogo diplomático, contribuyendo a la estabilidad mundial facilitando la colaboración entre naciones en áreas críticas.
Es conveniente destacar que este último punto, el fomento por la cooperación y la diplomacia entre los Estados, es uno de los aspectos más sobresaliente de la influencia de las organizaciones internacionales. Ejemplos notables de estos organismos incluyen Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) las cuales han establecido plataformas fundamentales destinadas al diálogo y la resolución pacífica de disputas. La diplomacia de índole multilateral, orquestada por estas organizaciones, ha sido instrumental en la prevención de conflictos armados y la promoción de la paz y seguridad global.
De igual manera, no podemos no mencionar el papel crucial que estas instituciones han desempeñado en la promoción y defensa de los derechos humanos a nivel internacional. La ratificación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, por parte de la Asamblea General de la ONU, ha establecido un marco ético que han adoptado y promovido naciones de todo el mundo. A través de la firma de tratados y convenciones internacionales, estas entidades han contribuido de modo considerable a la salvaguarda de grupos vulnerables, la eliminación de prácticas discriminatorias, y el fomento de la igualdad en todas sus formas.
Sin embargo, enfrentan grandes desafíos, como la escasez de recursos y la falta de efectividad y utilidad de estas organizaciones en la solución de problemas mundiales. La burocracia, las influencias políticas, de la mano con la politización de ciertos tópicos y sesgos de poder, tienden a dificultar su capacidad para afrontar de manera eficiente problemáticas urgentes. Sumando también las tensiones entre los intereses de parte de algunos Estados miembros y la poca representación de otros, complicando la toma de decisiones. Tampoco olvidemos que, la necesidad apremiante de implementar reformas estructurales y fomentar una mayor coordinación entre los países miembros, es esencial para potenciar al máximo la operatividad de dichas organizaciones.
Entre otro de los obstáculos más notables, también resalta la cuestión relacionada a la soberanía nacional. Algunas críticas sostienen que estas corporaciones, en ocasiones, pueden debilitar la autonomía de los Estados al imponer decisiones que no necesariamente coinciden con sus intereses nacionales. Esta tensión, que surge de la necesidad de cooperación global frente a la preservación de la soberanía, plantea interrogantes cruciales sobre el equilibrio apropiado entre un poder centralizado y la autonomía estatal.
¿A dónde iríamos sin las organizaciones internacionales?
La inexistencia de las organizaciones internacionales podría desencadenar un escenario de caos, complicaciones y cambios perjudiciales significativos: la cooperación internacional en ámbitos vitales estaría obstaculizada dada la falta de mecanismos para resolver los conflictos y crisis, incrementando su probabilidad de ocurrencia y su frecuencialidad, haciendo más difícil su resolución. Existiría una menor colaboración y conexión económica, menor gestión de crisis financieras y menor asistencia a países en vías de desarrollo. Nos encontraríamos con una mayor vulnerabilidad ante las crisis humanitarias y contaríamos con un menor énfasis en los derechos humanos. Sin dejar de mencionar que otros asuntos globales sustanciales; como el cambio climático, las migraciones, las pandemias, entre otros; podrían agravarse al carecer de un marco estructurado de coordinación.
Es por ello, que en el actual panorama mundial, las organizaciones internacionales ostentan un peso considerable y el impacto beneficiario de estas organizaciones es innegable. La ONU (ya nombrada anteriormente), la Unión Europea (UE), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización de Estados Americanos (OEA), y por solo hacer unas pocas menciones de ellas, se han convertido en actores cruciales en la arena global. Puesto que desempeñan roles fundamentales en la toma de decisiones y en la formulaciones de políticas, reflejando su papel crucial en los ámbitos económicos, sociales y políticos.
En conclusión, la influencia e impacto de las organizaciones internacionales, en el escenario global, constituye un fenómeno complejo y multifacético. Si bien enfrentan variedad de desafíos y críticas trascendentales que demandan atención y acción, las organizaciones internacionales ejercen un puesto primordial en la gestión de asuntos supranacionales; dada su capacidad para facilitar el diálogo entre naciones, establecer normas internacionales y abordar desafíos transnacionales; las sitúa en el epicentro de la gobernanza mundial.
La adaptación y las reformas constantes se presentan como elementos esenciales para garantizar que las mismas estén en condiciones de abordar de una manera más efectiva los retos globales de un mundo que evoluciona de manera constante.