Por Rosario Ferrer
Myanmar es un país multiétnico, el cual reconoce a más de un centenar de etnias dentro de su territorio, pero los Rohingyas — un grupo étnico musulmán que habita el este del país — no están incluidos. Se les niega la ciudadanía birmana, sus derechos humanos son violados sistemáticamente y hasta son objeto de una limpieza étnica que genera graves consecuencias a nivel internacional.
¿Quiénes son los rohingyas y por qué son discriminados?
Los rohingyas son una minoría étnica que reside en el estado de Rakhine, al este de Myanmar. Históricamente han sido discriminados en el país, pero en 1982 su situación empeoró aún más: la ley birmana no reconocía a la etnia rohingya entre las etnias oficialmente aceptadas, excluyéndolos casi por completo.
Si nos preguntamos por las posibles causas de tal discriminación en primer lugar podemos mencionar ciertas cuestiones religiosas debido a la gran brecha que existe entre los rohingyas — quienes practican el islam de la rama suní — y el resto de la sociedad birmana, que profesan principalmente el budismo. Y en segundo lugar motivos territoriales, ya que Myanmar los considera inmigrantes ilegales que ocupan sus tierras.
Violación de derechos humanos y limpieza étnica
Con la ley de 1982 los rohingyas perdieron sus derechos a estudiar, a trabajar, a viajar, a acceder a servicios médicos y hasta a practicar su religión. Pero el calvario rohingya recién comenzaba…
Según informes de Human Rights Watch, desde 2012 las fuerzas de seguridad birmanas llevan a cabo atrocidades en las aldeas donde reside esta etnia, incluyendo persecuciones y tortura. Pero no fue hasta 2016 cuando comenzó una real operación de limpieza humana: incendio de aldeas rohingyas, asesinatos a bebés, mujeres y ancianos, violencia, violaciones, detenciones sin control y destrucción de comida. Según datos de la ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados), un estimado 723.000 rohingyas huyeron hacia Bangladesh en busca de protección y alrededor de 25.000 han perdido la vida.
Tales brutalidades se intensificaron tras el golpe de Estado de febrero de 2021 y aún persisten. Además, al ser un conflicto que trascendió las fronteras de Myanmar, se convirtió en un problema de seguridad internacional, especialmente para los países de la región, quienes reciben a los refugiados rohingyas.
Un conflicto internacionalizado
A raíz de ser perseguidos y haber perdido su hogar, los rohingyas no tienen más remedio que huir de Myanmar en busca de un nuevo hogar en los países vecinos, aunque no sea una misión sencilla. Viajan en barcos repletos de personas y en condiciones miserables, con la esperanza de un futuro mejor del otro lado de la frontera. Pero la realidad es que, si bien existen campos de refugiados en los países de la región, muchas veces no son bienvenidos y son tratados de forma hostil.
El principal país de acogida de los refugiados es Bangladesh, el cual trata de asistirlos, lo cual no es tarea fácil considerando que los recursos que requiere tal asistencia humanitaria superan los recursos con los que cuenta el país. De esta manera tanto a Bangladesh como a otros países de la zona, no les queda otra alternativa que expulsarlos y devolverlos a Myanmar.
Algunos países de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) como Indonesia sostienen que no se debe intervenir en el conflicto de Myanmar, mientras otros como Malasia consideran que se debe condenar el trato que recibe la etnia en cuestión.
Pero lo cierto es que el conflicto se agrava cada vez más y ha llegado a dimensiones extremas, con más de 200 pueblos completamente exterminados en Rakhine. Es por esto que la intervención de agencias de ayuda humanitaria se hacen imprescindibles hoy en día.
Ayuda humanitaria: ¿llega?
Acceder a un país como Myanmar no es una tarea fácil. Cuando comenzó la operación de limpieza étnica se cerraron las fronteras y se prohibió la entrada de los medios de comunicación, de las organizaciones internacionales que trabajan por defender los derechos humanos y otras organizaciones humanitarias (Amnistía Internacionales, 2017).
Naciones Unidas ha dado 434 millones de dólares para auxiliar a las personas afectadas por el conflicto, aunque se consideró una cifra insuficiente frente a las incesantes necesidades. De todos modos, la ayuda difícilmente llega a quienes la precisan debido a los bloqueos que realiza el gobierno birmano. Según informes, ha bloqueado carreteras y los soldados impidieron el paso a convoyes de ayuda. En otras zonas las autoridades militares impusieron a las organizaciones humanitarias requisitos adicionales para poder viajar, que dificultaron aún más la entrega de la ayuda.
¿Se hará justicia?
Los crímenes cometidos por el gobierno birmano contra la minoría rohingya pueden ser calificados como crímenes de lesa humanidad, por lo que la Corte Penal Internacional podría intervenir juzgando a los actores de dichos crímenes tales como el comandante en jefe Min Aung Hlaing y sus socios.
Un paso pequeño, aunque muy importante, fue la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU el pasado 22 de diciembre. A través de esta, la ONU pide el fin de la violencia y la liberación inmediata de todas las personas detenidas arbitrariamente en Myanmar. La resolución no incluye medidas concretas, las cuales son necesarias de manera urgente para abordar la situación del país, por lo que ha sido considerada insuficiente por expertos en el tema de derechos humanos. Sin embargo, diversas organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional continúan sus pedidos al Consejo de Seguridad para que remita lo antes posible la situación de Myanmar a la CPI.
Podemos ver lo engorroso que es este proceso, más aún en torno a cuestiones tan complejas como esta. Si bien sería de mucha ayuda para la minoría musulmana que el caso llegue a la CPI y que los responsables sean juzgados y condenados, lo fundamental aquí es acabar con las atrocidades y la violación sistematizada de DDHH contra los rohingyas, quienes se encuentran en una situación de extrema urgencia humanitaria.