En los últimos meses hemos sido testigos de visitas diplomáticas un tanto inusuales. El Kremlin ha recibido dentro de sus murallas a Jefes de Estado de gran talla, cuyo poder político y económico tienen gran incidencia en la dinámica internacional. La reciente visita del monarca saudí al mandatario Vladimir Putin, reunió en una misma mesa a la potencia petrolera más importante de OPEP (Arabia Saudita) y a Rusia, el principal exportador de petróleo por fuera de dicha organización. Benjamín Netanyahu, contrincante de los saudíes en los esfuerzos por influir en la política exterior norteamericana, también se ha reunido con el ex oficial del KGB para tratar cuestiones de agenda con el espía de Leningrado.
Siria no resultó ser Libia.
A diferencia de la suerte que corrió el dictador Muammar Gadafi en el año 2011, los esfuerzos occidentales por hacer caer al mandatario de Damasco se frustraron por la tenaz resistencia siria, sostenida por el Irán de los Ayatolas y Rusia. Turquía últimamente ha dado muestras de formar parte en este triángulo de cooperación, luego de los constantes roces y choques políticos que mantuvo con occidente. Sus licitaciones con Moscú por la adquisición del sistema de misiles antiaéreos S-400 son un giro en materia comercial-militar con respecto a sus recelosos aliados de occidente. El rumbo que ha tomado el conflicto en suelo sirio desde la intervención rusa y la ambivalente estrategia de los EEUU con el cambio de administración en las pasadas elecciones, ha llevado a naciones como Arabia Saudita a reformular sus planes infraestructurales de extender una red de oleoductos y gasoductos que conectaran Europa con el Golfo Pérsico pasando por el Levante.
Por otro lado, el Estado de Israel, que aprovechó las hostilidades en Siria para mantener a sus enemigos estratégicos, como el Hezbollah (brazo armado del chiismo pro-Iraní), ocupados lejos de sus fronteras septentrionales, comienza a visualizar cómo el gobierno de Al-Assad recupera paulatinamente su territorio y, aunque aún en la cuerda floja, logra hacerse con el control de regiones otrora en manos del Estado Islámico, como Aleppo, Al-Raqqa y Deir Ezzor.
Lejos de los escenarios del año 2015, Bashar Al-Assad lleva ahora la ventaja en el campo militar y político, y en los círculos de poder internacional se duda ya de su pronta caída.
Hezbollah, el “Partido de Dios”, en la agenda israelí.
Esta milicia, musulmana chiita (recordar que el sunnismo tiene su centro político en Arabia Saudita. El chiismo en Irán), es una organización que se gestó con el objetivo de exportar la revolución iraní del ‘79 allende las fronteras de dicho Estado, y la guerra civil del Líbano iniciada en 1975 fue el caldo de cultivo ideal para iniciar estas operaciones, que se volcaron posteriormente a un fervoroso activismo anti-sionista, en los tiempos en que Ariel Sharon comandaba la operación militar contra la OLP en suelo libanés durante el año 1982. Operó históricamente en la frontera norte del Estado judío, obligando a las autoridades de Tel-Aviv a lanzar operaciones militares contra dicho territorio, donde el Hezbollah se organiza, entrena, financia y arma. La guerra del Líbano en el año 2006 fue el último esfuerzo llevado a cabo con este objetivo, e Israel tuvo serias dificultades para eliminar a esta organización. De hecho, aún sigue existiendo. Es desde entonces que en esta región se despliega la misión de paz de la ONU. Desde entonces, han sido una permanente cuestión de rutina los raids aéreos efectuados por los cazabombarderos F-16 de la aviación israelí sobre convoyes militares y contra baterías de artillería pertenecientes a dicha milicia y al Ejército Sirio. Un constante esfuerzo táctico por evitar la reorganización del enemigo en el campo de operaciones, fiel al comportamiento anticipatorio que tanto caracteriza a la doctrina de defensa israelí.
Desde el estallido de las hostilidades en Siria, el Hezbollah, comandado por Nasrallah, “suspendió” relativamente sus actividades contra Israel, y cruzando la frontera sirio-libanesa, se abocó a combatir activamente en defensa del gobierno de Bashar Al-Assad junto a Irán, contra la oposición sunnita apoyada por EEUU, Europa y Arabia Saudita. La guerra anti-sionista quedó “guardada en el congelador” por un tiempo, mientras el esfuerzo se volcó totalmente en evitar la caída del gobierno de Damasco.
Ahora bien, en este periodo que se extiende desde el 2011 al 2017, Hezbollah ha aumentado significativamente su capacidad de combate, su profesionalismo, su equipamiento y su número en personal entrenado. Lejos quedó aquella organización que se enfrentó a Israel en el año 2006. Ahora, con la experiencia de la guerra y el total apoyo de Siria e Irán, se ha transformado en una auténtica fuerza de combate sin precedentes.
Pensando en la post-guerra siria.
¿Qué ocurrirá cuando las hostilidades en Siria finalicen, y el “partido de Dios” regrese a la frontera israelita a reanudar la guerra anti-sionista? Esto es lo que preocupa en demasía a Benjamín Netanyahu, y es el tema de principal agenda en seguridad internacional para el Estado judío. Las presiones contra Irán no se deben a la cuestión nuclear en sí, sino al fortalecimiento del brazo armado de Irán en la frontera israelita. La guerra ha fortalecido al ejército de Nasrallah, y si no pudo ser efectivamente destruido en el 2006, mucho menos lo será ahora cuando regrese de los campos de batalla sirios.
Al-Assad no oirá a Israel, rival histórico con el cual sostiene un conflicto sobre el control de los Altos del Golán desde el año 1967. Irán no lo hará tampoco. ¿A quién acudir? Pues al aliado de estos, que evitó el colapso del sistema de seguridad en el Levante y la creación de un espacio anárquico similar al libio: Vladimir Putin.
El león y el zorro.
Benjamin Netanyahu y Vladimir Putin hablan el mismo idioma. Se trata de un mandatario que proviene de las Fuerzas Especiales Sayeret-Matkal del Ejército Israelí, que participó en su juventud en operaciones de gran porte, como el rescate de los rehenes israelíes en Entebbe, Uganda, Julio de 1976, donde los cuatro hermanos Netanyahu se desempeñaron brillantemente, muriendo el mayor de ellos en acción. Por otro lado, el “chekista” Putin, profesional del secreto y hábil conocedor del silencio como arma de guerra. Vemos a un soldado judío que sabe combinar la astucia con la fuerza, y un abogado-espía ruso que sabe tender trampas en silencio y anticiparse sin levantar sospechas, fiel a su pasado en la contrainteligencia. Netanyahu y Putin parecen encarnar a la perfección la definición que dio Nicolás Maquiavelo sobre la naturaleza de los príncipes, aquellos con personalidad de león y los que poseen las cualidades del zorro. ¿Porque se reúnen en Moscú?
Influir sobre Irán, para influir sobre el Hezbollah.
La mencionada milicia chiita ya está regresando paulatinamente a la frontera norte de Israel, fortalecida, equipada, entrenada y financiada. Irán aprovecha esto para proyectar su poder hacia el Levante, teniendo presencia militar activa en la Siria baazista. La guerra occidental-saudí contra la alianza sirio-iraní terminó fortaleciendo a esta última, y la intervención rusa en Octubre del 2015 fue clave para evitar la caída. Israel parece asumir esto, y se ha reunido con Rusia en una serie de tres encuentros en los cuales se solicitó a Moscú que intervenga en la contención de Irán, aliado del Kremlin en la guerra siria, para que se controle de alguna manera la actividad del Hezbollah en la región del Golán y Cisjordania.
En definitiva, pareciera que el conflicto sirio se volcó favorablemente hacia Al-Assad, y muchos actores, entre ellos Israel mismo, ya comienzan a pensar en el escenario posterior a las hostilidades.
-Bibliografía:
-Blanco Navarro, Jose Maria: “Hezbollah, el partido de Dios”. Documento de investigación 01/2015. Ed: Instituto Español de Estudios Estratégicos. 2015.
– Bonet, Ethel: ”Hezbollah 2016: ¿qué ha sido del grupo armado más poderoso de Oriente Medio?”. El Confidencial. 26.07.2016. Link (https://www.elconfidencial.com)
-Fuerzas de Defensa de Israel. “Conoce a nuestro adversario más complicado: el Hezbollah”. Link: (www.idfblog.com). 2017.
-Soage, Ana Belén: “¿Que se esconde tras la guerra fría entre Arabia Saudí e Irán?”. Documento de Investigación 71/2017. Ed: Instituto Español de Estudios Estratégicos. 2017.