Nuevas realidades precisan nuevos líderes

El siguiente artículo presenta una crítica hacia los recientes líderes políticos argentinos, relacionando las aptitudes por las que fueron seleccionados con la ausencia de capacidades de gestión. Se centrará en plantear los problemas que políticos con personalización del poder representan para el abordaje de problemas sociales, haciendo que este último sea deficiente Por último, se proponen conceptos innovadores sobre políticas públicas, para poder -desde la sociedad- influir sobre gestiones políticas, en principio, deficientes, en aras de lograr captar y gestionar las nuevas realidades resultantes de  la pandemia de COVID-19.

 

 

Introducción

Si algo caracterizó al año 2020 es la instalación de una comparativa peculiar, que evoca el ejercicio de comparar el hoy con el mañana. Con esa “instantánea”, el año que está terminando, nos invita a hablar de “la nueva realidad”, enmarcada en la pandemia del virus SARS-COVID 19.

No obstante, esta comparación no percibe la existencia de “una afección” que nos condiciona el “poder evolucionar”: la forma de gobernar “mañana”, será la misma que hoy.

La crisis mundial, derivada de la pandemia del virus COVID-19, visibilizó aún más que Latinoamérica sufre una enfermedad de antaño: somos huéspedes de una incompetente y limitada planificación gubernamental participativa, proveniente de líderes “defectuosos”.

La suma de líderes carismáticos, con limitada formación (y convicción) de incorporar una visión participativa en la gestión pública; junto con la ausencia de un abordaje -a largo plazo- de problemas sociales, generó escenarios donde es el mismo Estado, quien cristaliza o exacerba sus propios síntomas: pobreza, desigualdad, etc.

No obstante, una de las herramientas de abordaje más integral y efectivo es la gestión desde la perspectiva del concepto de políticas públicas. Este concepto ha sido abundantemente tratado en discursos, pero no ha sido en absoluto implementado.

 

¿Liderazgos gobernantes o gobernantes líderes?

Si bien no hubo país que no tuviese que implementar acciones para abordar la crisis mundial, los Estados latinoamericanos fueron los más complicados, en cuanto a los  efectos y los resultados de dichas acciones. No por la ausencia de recursos para desarrollarlas, sino por factores que actuaron conjuntamente para agravar lo malo que ya provocaba el virus: la ausencia de planificación para el abordaje de crisis, gobiernos con personalización del poder (D’Alessandro, 2006) que limitan el abordaje colectivo de acciones y presencia de liderazgos de dominación carismática (Barenstein, 1982).

Cabe aclarar que la perspectiva de personalización del poder y dominación carismática, pretenden adjetivar (de una forma reduccionista) los modelos de líderes políticos argentinos, presentes a lo largo de los últimos 15 años.

Cuando hablamos de personalización de poder, D’Alessandro (2006) plantea que una de las dinámicas del liderazgo1 del siglo XX, apunta al surgimiento de individuos, que ante la urgencia de referentes políticos -y desde su propia carencia de experiencia en hacer política- resultan ser una alternativa atractiva, hacia una sociedad incompetente en el amplio espectro de “la política”.

En un escenario así, donde se suma una altísima burocratización del Estado junto a la percepción social que el líder estatal que “lidera” cuenta con características sobresalientes o extraordinarias los errores e ineficacia, son moneda común. (Barenstein, 1982) No obstante, esta situación, acentúa otra tendencia: el rechazo.

Según Latinobarómetro, desde 2009 hasta 2018, la satisfacción con la democracia y sus líderes ha caído desde un 14% a un 6% (“mucha satisfacción”), en comparativa con el aumento de 16% a 26% de la percepción de “nada satisfecho”. Es decir, la sociedad argentina ha dejado de percibir una imagen positiva sobre la democracia, el gobierno y sus procesos, (en 10 años), que pasó de una “satisfacción agregada” del 36% y una “insatisfacción agregada” del 62%, a un 27% y 70% respectivamente. Así, “en países donde las desigualdades sociales son marcadas -durante “la vida normal”- en circunstancias de crisis se vuelven abismos (…)” (Roldán, 2020). Con situaciones tan complejas (en lo cotidiano y en crisis), la existencia de gobiernos personalistas, cristalizan una serie de relaciones Estado-Sociedad, tan tensas como volubles. Incluso, algunos autores plantean que liderazgos púbicos tan cerrados, impactan de lleno en la gobernabilidad de dichos Estados.

 

¿Líderes públicos o públicos con liderazgo?

Ahora, si los referentes políticos encargados de la gestión de las crisis, en épocas como el 2020 no solo son deficientes en el abordaje de los problemas sociales, sino que tampoco involucran a otros actores en la resolución de estos, ¿qué responsabilidad le cabe al ciudadano?, ¿qué herramientas tiene para sobreponerse a un liderazgo sesgado?

Independientemente del ejercicio del voto, la sociedad no deja de ser un actor fundamental. Cabe aclarar que no se pretende criticar las opciones de referentes políticos que Argentina eligió, sino presentar alternativas para poder romper con gestiones de gobierno con un enfoque hipertrofiado en el sostenimiento de imagen política positiva.

Natera Peral (2005) plantea que el Estado debe promover y traccionar su autopercepción de “marco”, dentro del cual se pone en juego una pluralidad de dimensiones(…), pluralidad de actores e interacciones complejas. Es decir, que para poder sostener o mejorar las relaciones Estado-Sociedad, enfocadas en las problemáticas sociales, se deben implementar herramientas que faciliten o mejoren dicha interacción.

Dentro de un sin fin de herramientas, el instrumento quizás más adecuado es el de una  gestión de gobierno abordada desde la perspectiva de políticas públicas.

Dicho esto, cabe preguntarse si cada cosa que los gobiernos hacen puede ser entendida como política pública. La respuesta a este interrogante es no. El marco conceptual de Política Pública (PP) que se aborda, está basado en una visión más innovadora y pragmática, planteada por Velázquez Gavilanes (2009):

“PP como proceso integrador de decisiones, acciones, inacciones, acuerdos e instrumentos, adelantado por autoridades con la participación eventual de los particulares, y encaminado a solucionar o prevenir una situación definida como problemática. La política pública hace parte de un ambiente determinado del cual se nutre y al cual pretende modificar o mantener.”

Este concepto permite una sinergia positiva, hacia procesos que involucren la participación ciudadana como fenómeno que el Estado puede (debe) incorporar. Sin embargo, algunos plantean que el concepto es más limitado que otros, donde la participación ciudadana está presente con más fuerza. No obstante, Velázquez presenta un aspecto pocas veces tenido en cuenta: generar PP con un enfoque de PREVENCION de una situación problemática definida.

Con este abordaje, una PP se vuelve (impulsada desde el Estado) una herramienta colectiva de planificación a largo plazo. En cambio (impulsada desde la sociedad) permite interpelar la forma y objetivos gubernamentales, independientemente de los personalismos del gobernante. Con esto, no se logra atenuar tanto el personalismo, pero sí aumentar la participación ciudadana.

 

Conclusión

En definitiva, Latinoamérica (y Argentina en especial) está viviendo una transformación íntegra, producto de crisis arrastradas o nuevas, internas o externas, sociales y/o estructurales.

Como sociedad, estamos ante una oportunidad de evolución, que requiere de poder identificar aquello que genera estas crisis; con la visión puesta en “las nuevas realidades” que deseamos alcanzar.

Para poder transitar nuevos caminos, debemos comenzar a hacernos preguntas correctas con respecto a los nuevos escenarios: ¿Son los líderes actuales capaces de  guiarnos?

Personalmente, creo que la nueva realidad argentina necesita “líderes menos personalistas y liderazgos más colectivos”; “ciudadanías menos pasivas y políticas más públicas”. Así, con herramientas como el gobierno con enfoque de PP; lideres interpelados por sociedades activas y el tejido de redes de gobernanza, la madurez sociopolítica puede desarrollarse. Si eso se logra, las crisis ya no serán únicamente amenazas, sino posibilidades de crecer hacia una sociedad más justa, democrática y sustentable.

 

Anexos

 

Bibliografía

  • (CAF), B. d. (2019). Integridad en las politicas públicas. Claves para prevenir la corrupción. Bogotá: CAF.
  • Barenstein, J. (1982). Analisis de la burocracia estatal desde la perspectiva de weberiana. MEXICO: CIDE.
  • Corzo, J. (2020). Diseño de politicas publicas. Mexico: IEXE.
  • D’Alessandro, M. (2006). Liderazgo Político. En L. D. Aznar, Politica, cuestiones y problemas (págs. 305 – 336). Buenos Aires: Cengage Learning.
  • LATINOBAROMETRO. (06 de 11 de 2020). LATINOBAROMETRO. Obtenido
  • de https://www.latinobarometro.org/latOnline.jsp
  • Natera Peral, A. (2005). Nuevas estructuras y redes de gobernanza. Rev. Mex.
  • Sociol, México , v. 67, n. 4, 755-791.
  • Roldán, M. (21 de Junio de 2020). Consultoria Integral MER. Obtenido de https://roldanmatiase.wixsite.com/consultoraintegral/post/gesti%C3%B3n
  • -de-crisis-o-gesti%C3%B3n-en-crisis-de-h%C3%A9roes-a- improvisadores
  • Velazquez Gavilanes, R. (2009). Hacia una nueva definición del concepto de politica pública. Desafios, Bogotá, 149-187.

 

Autor

Matías Emanuel Roldán: Licenciado en Gestión Pública de la Universidad Católica de Córdoba. Especialista en Medioambiente.

 

Este artículo fue seleccionado entre los mejores del Programa de Formación de Jóvenes Dirigentes (Córdoba, 2020). Sitio web: https://www.frentejoven.org/

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