En el Delta del Níger la actividad de empresas multinacionales ha exacerbado el uso de la violencia, el crimen y ha despertado un sentimiento de desposesión de los recursos naturales entre la población local. La degradación medioambiental, la violencia entre grupos armados, la piratería, la desigualdad socioeconómica y otros factores, han creado un complejo panorama en la región. Debido a ello, es importante estudiar el papel que han jugado las empresas extranjeras en la configuración de esta situación.
Una introducción a la relación entre empresas y conflictos armados
La relación entre empresas privadas y conflictos armados cuenta con orígenes bien remotos. La expansión colonial de las potencias europeas entre los siglos XVI-XVIII, fue llevada a cabo mediante compañías comerciales, las cuales hicieron uso de la violencia para aumentar sus beneficios. Tras la caída del muro de Berlín, el auge de la globalización y la liberalización de mercados, las empresas multinacionales se expandieron a países dónde apenas habían operado con anterioridad, entre ellos países envueltos en guerras civiles o inestables (Tripathi, 2010).
Así, diversidad de empresas, de manera casual o voluntaria, se han visto envueltas en conflictos armados (Gnaedinger, 2006). Slim (2012) ha identificado seis distintos roles que las empresas llevan a cabo cuando operan en zonas de guerra: perpetradores de violencia, víctimas de ella, proveedores de bienes para dar continuación a la guerra, prevención ante el estallido de una guerra, y desarrolladores de labores humanitarias y para construir la paz.
Otros elementos clave en la relación entre empresas y conflictos armados, son los recursos naturales y el medioambiente. La afirmación de que la degradación ambiental y la escasez de recursos son catalizadores directos de conflictos armados, constituye un amplio debate entre académicos. Malthus ya advirtió hace más de 200 años de que, la discrepancia entre el crecimiento de la población y el abastecimiento de recursos naturales, llevaría a hambrunas, pestilencia y guerras (Gleditsch, 2003).
Las Naciones Unidas (2009) han declarado que en los últimos 60 años, el 40% de las guerras civiles han estado vinculadas con la lucha por los recursos naturales. A pesar de que los recursos naturales y el medioambiente han contribuido al estallido y financiación de conflictos, raramente han sido la única causa de un conflicto armado.
Un caso en concreto dónde la degradación ambiental, junto a otros motivos (entre ellos la corrupción), ha avivado el conflicto armado, es la región del Delta del Níger en Nigeria. En este caso, la degradación medioambiental causada por actividades de multinacionales ha llevado a condiciones adversas que han provocado la disminución de la producción y empleo local. A consecuencia de ello, muchos jóvenes motivados por un sentimiento de privación de sus recursos naturales, se han unido a grupos paramilitares para enfrentarse a empresas multinacionales (Marclint Ebiede, 2011). El mapa de Environment Justice Atlas indica con puntos negros las zonas del Delta del Níger dónde existe un conflicto debido a la extracción de combustibles fósiles.
¿Unión y fe, paz y progreso? Los antecedentes al conflicto armado en el Delta del Níger
Nigeria es el país más poblado de África con más de 191 millones de habitantes, y la economía más potente del continente. Este país cuenta con más de 250 grupos étnicos dónde los Yoruba, Igbo y Hausa-Fulani representan entre el 60% y el 70 % de la población. Con la independencia de los británicos, Nigeria se convirtió en un estado federal dividido en tres grandes regiones, 36 estados y 774 áreas de gobierno local. A pesar de que el lema de Nigeria presume de “unión y fe, paz y progreso”, a día de hoy cuenta con diversidad de obstáculos, entre ellos: la marginalización de grupos étnicos y la violencia intercomunal, la presencia de grupos terroristas como Boko Haram, la pobreza, la fragilidad de las instituciones del país, el legado de una guerra civil, contaminación en el Delta del Níger y demás.
De acuerdo a la OPEP (2017), Nigeria cuenta con unas reservas de 37.453 millones de barriles de petróleo y es uno de los principales exportadores del mundo. El Delta del Níger cuenta con las mayores reservas de petróleo de Nigeria. La zona se encuentra al sur del país y representa el 12% de la superficie del país, donde habitan 30 millones de personas (Steiner, 2010). Las primeras extracciones fueron realizadas en 1937 por la empresa Shell-BP. Con el curso del tiempo, otras empresas se unieron a este lucrativo negocio entre ellas: Chevron, Agip, Exxon-Mobil, Statoil, etcétera. Durante la primera mitad de 2018, el gas y petróleo constituyeron el 90% de las exportaciones de Nigeria (World Bank Group, 2018).
La lucha por los recursos en el Delta del Níger se remonta a mediados de los años 60 cuando las Fuerzas Voluntarias del Delta del Níger (NDVF en inglés), integradas por miembros de la etnia Ijaw, trataron de secesionarse. Tras ello, una guerra civil por la independencia de Biafra, tomó lugar entre 1967 y 1970 (Obi, 2010). Durante la guerra, Biafra se financió con pagos de empresas extractivas británicas. A consecuencia de ello el gobierno federal de Nigeria impuso un embargo a estas empresas. Una vez el gobierno recuperó el control, las extracciones petrolíferas se reestablecieron. Sin embargo, un enorme daño medioambiental y pérdidas habían sido causados. Uche (2008) apoya la idea de que Gran Bretaña favoreció al gobierno federal de Nigeria durante la guerra civil con el objetivo de proteger las inversiones de Shell-BP.
Pueblos locales vs. empresas multinacionales
A principios de los 90, el sabotaje de plantas petrolíferas pertenecientes a empresas extranjeras se usó cómo arma para atacar al estado de Nigeria. Obi (2010) explica que la movilización de la población en contra de las empresas extractoras de crudo, se debió a un sentimiento de desposesión, alienación y degradación medioambiental. Fue visto como un esfuerzo por la auto-determinación de los pueblos del Delta del Níger.
Un importante caso de violencia fue el del pueblo Ogoni. Este pueblo habita al este del Delta, en una región conocida como Ogonilandia, y ha sido uno de los más activos en oponerse a las actividades de Shell y al gobierno. En 1990, el Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni (MOSOP en inglés) publicó un memorándum para reivindicar el derecho a controlar sus recursos naturales y su autonomía política. La “crisis Ogoni” comenzó en 1992 y refiere al uso extremo de la violencia y violaciones masivas de Derechos Humanos por parte del Estado de Nigeria debido a las demandas del pueblo Ogoni hacia las empresas operando en su territorio. El líder del MOSOP, Ken Saro-Wiwa, fue asesinado en 1995 por fuerzas militares nigerianas (Human Rights Watch, 1999).
Demandas similares fueron realizadas por miembros del pueblo Ijaw. Unidos mediante el Consejo de Jóvenes Ijaw (IYC en inglés), crearon un movimiento no violento exigiendo la marcha de las empresas petrolíferas de su territorio. Al igual que en el caso del pueblo Ogoni, Nigeria respondió con violencia desmesurada y asesinatos extrajudiciales (Obi, 2010).
Siglo XXI y el petróleo en el Delta del Níger
A pesar de las elecciones en 1999 y el regreso de la democracia a Nigeria, la zona del Delta del Níger permaneció altamente militarizada, lo cual reforzó la resistencia local (Obi, 2010). En el año 2000 la Comisión para el Desarrollo del Delta del Níger (NDDC en inglés) fue creada para facilitar la prosperidad económica, social y ecológica de la región. Sin embargo, el “fallo” de los movimientos no violentos del siglo pasado, llevó a que grupos cómo el Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger (MEND en inglés) y los Militantes de la Fuerza de Voluntarios del Pueblo del Delta del Níger (NDPVF en inglés), establecieran campañas violentas de sabotaje de infraestructuras petrolíferas y el secuestro sus empleados. Estas prácticas no consiguieron que las empresas privadas se marcharan sino que reforzaran sus sistemas de seguridad. Para ello contrataron grupos irregulares de seguridad generando un ciclo endémico de violencia, que muchos grupos criminales vieron como una buena oportunidad para beneficiarse. Mientras unos continuaban saboteando y atacando infraestructuras, los contratos de seguridad privada aumentaron, incentivando la violencia y provocando luchas entre milicias (Koos, & Pierskalla, 2016). Una de las mayores confrontaciones se ha dado entre el NDPVF y los Vigilantes del Delta del Níger (NDV en inglés).
Entre 2005 y mediados de 2009, los ataques contra las instalaciones de petróleo provocaron la cancelación de entre el 25% y el 40% de las exportaciones de petróleo, causando pérdidas billonarias (Obi, 2010). Esto se ha convertido en un negocio rentable en el que empresarios y políticos de Nigeria, el ejército y otros actores internacionales, han decidido también participar para sacar rédito del robo de crudo.
La piratería ha sido otra de las armas usadas en la región. El mapa que se muestra a continuación ejemplifica cómo el Delta del Níger concentra el mayor número de ataques de piratería en todo el oeste de África. A rasgos generales, la piratería en el Delta del Níger consiste en secuestros y robos a buques petroleros (Oceans Beyond Piraty, 2018).
Para responder al aumento de la violencia el en Delta del Níger, el gobierno aprobó en 2009 un programa de amnistía para los combatientes de la región. Los que se rindieran no serían juzgados y obtendrían una pensión. Hasta el momento, más de 20.000 militantes han hecho uso de esta fórmula. Algunos la tildan esto de éxito, otros dicen que es prueba del fallo del Gobierno en entender las raíces del conflicto (Koos, & Pierskalla, 2016).
La degradación ambiental en el Delta del Níger
El Delta del Níger es uno de los 5 ecosistemas más dañados del mundo por el petróleo. El Delta del Níger contiene más de un tercio de los manglares de África y está entre los 10 ecosistemas marinos más importantes del mundo. Millones de personas dependen de los cultivos y la pesca en la región. El informe del Niger Delta Natural Resource Damage Assessment and Restoration Project (2006) documentó un vertido estimado de 9 a 12 millones de barriles de crudo en los últimos 50 años.
Esta contaminación pone en riesgo la salud de los habitantes del Delta, sus medios de subsistencia y todo el medio en el que habitan. El suelo, las aguas subterráneas, la flora, la fauna, el océano, los ríos y la salud pública han sido contaminados (UNEP, 2011).
Los efectos devastadores de la contaminación en el Delta del Níger son causados principalmente por la quema de gas y los derrames de petróleo. Estos vertidos se deben a fallos en la maquinaria de extracción y a las acciones de sabotaje (Marclint Ebiede, 2011).
El rol de las multinacionales y la actualidad en el Delta del Níger
Varias ONGs como Amnistía Internacional o London Platform, han llevado campañas para denunciar la colaboración de Shell en la perpetración de graves crímenes en el Delta del Níger. La compañía Shell, ha sido llevada recientemente a la Corte de la Haya por complicidad en el asesinato de nueve personas y por violaciones de Derechos Humanos, el caso todavía está pendiente de resolución (Austin, 2019). A su vez, varias empresas han sido víctimas de ataques por parte de población local y han respondido con la contratación de seguridad privada de carácter irregular. A pesar de que muchas empresas hayan incentivado la violencia en la región, otras como Statoil, han sido alagadas por su colaboración en el Delta del Níger. Statoil ha iniciado programas de desarrollo entre comunidades y cuenta con una red de ONGs operando en el terreno (Akassa Development Project: BP+Pronatura) (Tripathi, 2010).
En la actualidad, los ataques a las plantas de extracción de crudo parecen haber disminuido gracias a la amnistía. Sin embargo, el robo, los secuestro de empleados y la violencia entre grupos armados continúan operativos (Koos, & Pierskalla, 2016). Antes de las elecciones presidenciales del pasado 23 de febrero de 2019, grupos locales como los Vengadores del Delta del Níger (NDA en inglés) amenazaron de las consecuencias de la reelección del presidente Buhari y apoyaron a su opositor, Abubakar (Banjo, 2019). A pesar del voto mayoritario a Abubakar en todo el Delta del Níger, el presidente Buhari fue reelegido para un segundo término (Oladipo, 2019). Su reelección, sin duda alguna, ha descontentado a los grupos armados en el Delta del Níger y podría desembocar en un aumento de los niveles de violencia.
Cabe concluir con la idea de que las empresas extranjeras en el Delta del Níger han sido vistas cómo cómplices del gobierno. A consecuencia, grupos étnicos afectados por la contaminación han reaccionado en contra ambos. Esto ha convergido en comportamientos oportunistas mediante los que diversidad de actores han querido sacar provecho del robo a empresas multinacionales. El ejemplo de Nigeria muestra como casos de contaminación ambiental en países con instituciones débiles y problemas endémicos, puede derivar en un uso prolongado de la violencia. Además, el gobierno ha demostrado ser incapaz de convertir la riqueza natural en desarrollo social y económico.
Mientras que billones de euros han sido extraídos de los pozos del Delta del Níger, paradójicamente, sigue siendo una de las zonas más empobrecidas de Nigeria. Además, la destrucción de su ecosistema está valorado en pérdidas irrecuperables de decenas de billones de dólares. El nuevo mandato de Buhari tendrá que lidiar de nuevo con la violencia en el Delta del Níger, la mala administración, la pobreza, el terrorismo y otros tanto problemas, en un país con prospectivas seguras del crecimiento masivo de su población.
Bibliografía
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- World Bank Group. (Octubre, 2018). Nigeria. Macro Poverty Outlook: Sub-Saharan Africa: Country-by-country Analysis and Projections for the Developing World. Annual Meetings 2018. pp. 266-267.
Autor
Alejandro Álvarez Ramírez: Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid, España) y actualmente estudiante de la Maestría en Derechos Humanos y Gobierno a multinivel en la Universidad de Padua (Italia). Interesado específicamente en el área de Oriente Medio y el Cuerno de África. Colabora tanto con organizaciones españolas como argentinas.